martes, 24 de septiembre de 2013

DISCULPEN POR FAVOR.

 pidiendo disculpas. (Audio de Antonio Faraó)

Estoy en otras cosas. Vamos que no me da tiempo a escribir nada.
Pido disculpas.
El martes próximo tendré algo.
Un abrazo. Un beso. Dos Besos. Tres Besos. Un lengüetazo. Un achuchón. Una mano. Las dos manos. Que cada cual elija lo que más le apetezca o satisfaga o le pegue o necesite o lala.

Ciao.

martes, 17 de septiembre de 2013

LA PUEBLA DE HIJAR (5ª parte)


La cosa acabó al día siguiente de mi visita, aquel miércoles encontraron el cadáver de Luis en su celda, tumbado en el suelo, rodeado de vómitos. La autopsia aclaró que era envenenamiento por cianuro, el sospechoso de la entrega de la cápsula con la cual Luis llevó acabo su suicidio fue un tal Felipe, un tipo que fue a visitar a Luis, un tipo que se les coló con identificación falsa. El típico veneno que utilizan los espías rusos para acabar con los que les estorban, un trabajo fino, nunca han podido localizar al tal Felipe. Tras ver repetidas veces las tomas de la visita relámpago del sospechoso, llegaron a la conclusión de que era un tipo de raza blanca, rubio, corpulento, perfectamente disfrazado de anciano, un profesional del disfraz. El caso es que todo acabó para Luis.
Al año conseguí la financiación para mi primer largo, me premiaron en el festival de Sitges, ahí empezó mi exitosa carrera como director. Este año me han otorgado la Palma de Oro en Cannes, hemos decidido irnos a vivir a la Costa Azul, allí nos casaremos en petit comité, sin hacer demasiado ruido, eludiendo la prensa.
Como testigos están dos fotógrafos franceses que trabajarán conmigo. Luis, el hijo, no ha querido venir, está en Ecuador en algún tema de ayuda a necesitados y acercamiento cristiano. Laura está preciosa, nos dirigimos a la suite en La casa Du Cap Eden Roc, entramos en la habitación, nos despojamos de nuestros elegantes trajes, al fin solos, hemos estado esperando este momento cinco años, hemos guardado en secreto nuestra relación durante todo este tiempo pero al fin estamos juntos, juntos para siempre, descorchamos la botella de champagne y brindamos por el éxito, por el éxito que ha tenido nuestro plan, que empezamos a trazar aquel 15 de noviembre de 2012 en mi viejo piso de Tarragona, como si fuese un juego.


sábado, 14 de septiembre de 2013

SERGIO BALLESTEROS


Hace unos días volví a emprender con el arco. Cada vez que lo descuelgo te recuerdo, recuerdo tus consejos, las charlas, entre ellas tu tesis, tu convencimiento de que para tan gran instrumento el mejor es el alemán, me dejé convencer con fe ciega y me compré, como no podía ser de otra manera, uno alemán.
Fueron muchas horas batallando para lograr mi más que mediocre estilo, claro que eso es culpa del alumno, no del maestro.
Recuerdo el día que entré por primera vez en tu casa de la calle Ángel Ganivet. Abriste la puerta y te vi, enorme, con la cara amable y amable el corazón (eso último lo supe más tarde).
Crítico con muchas cosas, enamorado de la música, de toda la música. Recuerdo la frase - no se puede enseñar lo que no se sabe.
Recuerdo esos cumpleaños de puertas abiertas, ese inmenso piso en San Vicente de Paul, ver desde una ventana el Ebro a su paso por El Puente de Piedra. Cumpleaños llenos de gente. Uno comiendo, otro bebiendo, otro regalándote su último disco, el que grabó junto a Antonio Salanova, gente que tú conoces, gente que no. Este año no acudí.
Me encantaban las charlas en la habitación de la música y el ordenador, los discos duros con miles de cedés, archivos transportables, de fácil llevar, que tenían que entrar en tu maleta cuando emprendieras tu mudanza al otro lado del charco el día de tu jubilación.
Nunca llevamos acabo, por una cosa o por otra, nuestro concierto de guitarra y contrabajo. Pero me quedo con un montón de ratos, con la eterna pelea, ahora lo dejo, ahora no, ahora uno de vez en cuando, ahora mentolado, con tus encuadernaciones, con la cerveza y con el ron.
En mí, has dejado tu legado cada vez que cojo el arco; sé que posiblemente no hago demasiada justicia a tus enseñanzas, pero sé también que eso no te importa demasiado. Aún conservo alguna grabación de las que me hacías y el método del virtuoso Ludwig Streicher, con apuntes tuyos, que hoy especialmente cobran un valor especial, también conservo una funda de cartón rojo en la que te llegó ese arco, ese último arco que te compraste hace ya unos años, la conservo y la utilizo.

Estoy triste y aunque hace meses que no nos veíamos y no te echaba en falta, hoy te echo de menos. Un abrazo.

martes, 10 de septiembre de 2013

LA PUEBLA DE HIJAR (4º parte)


Es el 25 de septiembre de 2012, veo que Laura tiene WhatsApp, le envío un mensaje tonto, ella me sigue el rollo, jugamos, recreamos una historia en la que ocultamos nuestro amor, somos amantes desde hace años y quedamos en secreto; siguiendo con el pasatiempo confirmamos una cita para el 15 de noviembre en mi piso de Tarragona, nos queremos con pasión. Juego infantil. Muchos jejeje y emoticonos.
Nueva postal navideña, el niño es el vivo retrato de José.
Me subo al tren, en Mora se sube el estanquero, le saludo y me siento con él, hablamos del pasado, hablamos de mis amigos, le comento que hace meses que no sé nada de ellos.
Entro en casa de mi tío. Después de cenar echamos una partida de dardos en la bodega, fue campeón de Aragón, está en forma, me gana varias veces, yo le gano una.
Salgo a pasear, voy a visitar a Luis, me abre la puerta Laura, me comenta que está tumbado, subo a su habitación. Está tumbado en la cama, me saluda, está claramente deprimido, ha intentado suicidarse un par de veces en lo que va de año. ¿Cómo estás? Bien, pero no acabo de superar lo de la zorra, el puto chantaje, una noche loca y mierda, joder, me cago en mi despedida de soltero, me cago en la gran juerga, la tipa me sigue extorsionando, por un par de polvos, he jodido mi vida y vete a saber si el hijo es mío, no sé cómo se me ocurrió volver a verla, no sé cómo se me ocurrió pedirle el teléfono, la puta coca, me lo merezco, joder, a la semana siguiente me casaba con Laura. Mierda. Luis me miró con los ojos llorosos, sus quejas llenas de odio eran enumeradas con su voz pausada y cansina, un tono que no pegaba nada con el contenido. Te voy a contar un secreto. Ya sé lo que van contando por ahí, ya sé que la gente dice que mi hijo es de José y lo es, su rostro le delata, por eso decidimos internarlo y alejarlo del pueblo. Tú no estabas en el pueblo pero, durante meses después de la despedida de soltero, nos juntábamos José, Rocío, Laura y yo para montárnoslo, nos pillábamos un gramo y fiesta. En una de éstas, Laura se quedó embarazada, era un juego y en el fondo sabíamos que esto podía pasar, todo es un lío, no le guardo ningún rencor a José pero las habladurías me saturan, hasta hay gente en el pueblo que piensa que maté a mi padre por la herencia, no me jodas, vino la guardia civil a interrogarme la misma noche después del entierro. Te he mentido, no estoy bien. Claro, la puta noticia salió en los periódicos (Heraldo y El Periódico), la muerte por envenenamiento es algo que atrajo a los periodistas que empezaron a preguntar por el pueblo; en los artículos hablaron de mi padre como si fuese una persona importante y adinerada y la furcia esa de Tarragona vio la tajada, encima no se conforma con nada. Después de la muerte de mi padre volvió a aparecer para pedirme más, cada vez más. Estoy desesperado, tengo ganas de acabar con esto. No sé cómo pudo llegarle un periódico de aquí a Cataluña, es mala suerte, suerte que la guardia civil no se enteró de la extorsión.
Salí de la casa y me fui al bar La Rana a comer algo, saludé al padre de José que se estaba tomando un tinto, le pregunté por su hijo, me dijo que esa noche no había dormido en casa, este chico debería empezar a centrarse, sentar la cabeza de una puta vez. Le invité al vino.
Me llevé a mi tío a Zaragoza, fuimos al Plata, flipó con el espectáculo. Cenamos por El Tubo y nos echamos a dormir en el hotel Orús, antes nos pasamos por el Luco, yo sólo me tomé un Bacardí y también tomé algún apunte mental de lo visto. Decidimos quedarnos un par de días más en Zaragoza ya que el jueves iba a tocar, en La Campana de los Perdidos, CoolAge, el grupo de Coco Balasch; a mí me gusta bastante este Jazz tranqui que hacen.
Volvimos al pueblo, yo tengo previsto ir a Barcelona el sábado, tengo cita con los del anuncio de la leche.
Llegamos a casa y después de cenar nos echamos a dormir. Nos despertó el timbre. ¡Juanjo, baja, está aquí la guardia civil, quiere hacerte unas preguntas! Me puse el pijama (me gusta dormir desnudo) y bajé las escaleras.
- Hemos encontrado el cadáver de José Laborda Lapiedra en una casa del viejo Belchite. ¿Es usted Juanjo Sedal Suñer? ¿Le importa que le hagamos unas preguntas? ¿Cuándo fue la última vez qué habló con él? ¿Dónde estaba la mañana del 14 de diciembre? ¿Por qué ha venido al pueblo? ¿Cuántos días lleva aquí? ¿Conoce a Luis Fernández Lumpiaque?
A partir de este momento no pararon de preguntarme sobre él (Luis). Les conté mi conversación. Se despidieron de nosotros. Al día siguiente detuvieron a Luis. No sólo le acusaron del asesinato de José, sino que reabrieron el caso de su padre al enterarse de lo de la de Tarragona, que resultó que no tenía ningún hijo.
El pueblo es un clamor, el juicio iba soltando su jugo poco a poco, exprimiendo el caso que era lo único de lo que se hablaba, monotema en La Puebla.
Fui a visitar a Luis, le encontré muy bajo.
Laura sólo ha venido a verme una vez, y me dijo que me odia, que soy un puto asesino, que ojalá me pudra en la cárcel, me insultó repetidas veces, estoy desesperado, si tuviera algo para matarme me quitaría la vida sin pensármelo, estoy solo en la vida, sólo me quedas tú, o ¿no?
Le miré y mostré mi duda, él vio en mi rostro al que culpa, intuyó mi sentencia, se echó a llorar amargamente, me dijo que él no había asesinado a nadie, que todo había sido un cúmulo de coincidencias.
El que estuviese dormido en casa el día del asesinato, que nadie me viese, no me explico como pudieron encontrar las huellas de mi coche y las colillas con mi saliva, Juanjo, no me abandones, Juanjo, tienes que creerme.

Me fui y le dejé llorando, yo no tenía ninguna duda de lo ocurrido.

martes, 3 de septiembre de 2013

LA PUEBLA DE HIJAR (3ª parte)




No había manera de encontrar financiación, yo no tenía ni un duro, quizá fuese mejor estar en Madrid, Tarragona es una puta mierda.
Salgo a pasear, entro en la típica barbería de barrio, una cerca de la Catedral, me corto mis melenas. Me voy a tomar algo a una terraza, se me acerca una mujer y me pide fuego, saco mi bic y lo enciendo extendiendo el brazo, ella me lo coge de la mano y se enciende el cigarro, deja el mechero en la mesa y se me queda mirando fijamente. Yo flipo. Ella me pregunta si no me acuerdo, yo empiezo a mosquearme, seguro que es una pirada, mierda, tengo imán para este tipo de gente. Se sienta enfrente de mí, levanta el brazo y le pide un café con hielo al camarero. Le digo que esto es un poco violento y que deseo estar solo. No me hace ni caso y empieza a hablarme como si no oyese nada de lo que le digo, no tengo salvación. Pienso en levantarme e irme, pero tengo mi cerveza entera y no pienso dejarla por ella, no le haré ni caso. La tipa me habla y me habla, la verdad es que su conversación empieza a parecerme interesante, es agradable, al fin y al cabo sólo será un rato. Hablamos más, me gusta su charrameca, me pido una cerveza más, ella se levanta, me dice que ha de irse, acerca sus rojos labios a mi rostro, estoy esperando aquel beso pero su intención es otra, entonces los acerca a mi oído, me susurra su nombre y se marcha. Noto como crece debajo del pantalón, tenso, algo doloroso. Veo como se aleja con paso firme, mostrando sus morenas y largas piernas, a los pocos metros se coge de la mano de un tío grande, rubio, de aspecto caucásico. Una forma de susurrar inolvidable, es ella, no cabe duda, es la mujer de la despedida de soltero de Luis, ¿cómo he podido borrarla de mi mente?. El gigante rubio gira la cabeza, me mira y sonríe, en su sonrisa, siniestra, destaca un diente dorado. Sudor frío, trago largo