Soy
amante de las melodías sencillas, ya de niño debía serlo, esta
canción que anida en mis recuerdos es la prueba de ello.
Cada
vez que la escucho me estremece, me estremece la historia y, de niño,
me estremeció su sencilla melodía, su corta letra que canté muchas
veces sin conocer su significado.
Extranjeros,
pobres y con ideales políticos alejados del poder establecido (la
víctima ideal). Seguramente se acercaron llenos de ilusiones y
esperanzas al país de las oportunidades y de la libertad. Este tipo
de libertad y justicia que es la que hemos heredado en nuestro
maltrecho mundo occidental, claro que, este comportamiento tampoco
escapa al resto de la humanidad. Snif, snif.
Sencilla
y contundente letra-denuncia, un grito que Moustaki lanzó en 1971,
44 años después de la ejecución de Sacco y Vanzetti.
Temática
que por desgracia tiene total vigencia, una pauta que el género
humano nos empeñamos en seguir, una de las formas más repetidas que
tenemos para acabar de una manera u otra con la gente que no está en
nuestra sintonía, que no reza nuestro credo, sobre todo si son
insignificantes, qué fácil es juzgarlos, qué sencillo es acabar
con ellos, no necesariamente matándolos, en ocasiones, enterrándolos
en vida.
Estas
palabras las colgué en Facebook el 23 de mayo cuando me enteré de
la muerte de Moustaki, he pensado que cobraban de nuevo vigencia ya
que este jueves a las 21:00, en el Teatro del Mercado de Zaragoza,
ofreceremos con nuestro nuevo grupo, Les Métèques, una actuación
homenaje a la obra musical de Moustaki.
Sirva
el concierto, en algún momento, como denuncia a las injusticias.