lunes, 22 de julio de 2024

Black Magic Woman, Carlos Santana (Abraxas, 1970 Columbia records)

 


   De las primeras canciones que toqué de jovencito fue "Oye cómo va". La interpreté muchas veces, y no sólo con aquella banda, también la toqué con otros grupos. Era una canción que utilizábamos para abrir los conciertos. A esa primera canción que se tocaba se le llamaba presentación. Todo grupo tenía una presentación.

Correría el año 1979 u 80. La toqué sin haber oído nunca la versión original; me la aprendí atendiendo a las explicaciones del pianista u organista (mi hermano Pepe) durante los ensayos. Hasta que no me compré la cinta de casete original, varios años más tarde, no supe que aquella canción pertenecía al álbum Abraxas, un discazo plagado de temazos. Para mí, el mejor de Santana. Entre esos temazos que acompañaban al Oye cómo va se encontraba —y se encuentra— mi canción de hoy: Black Magic Woman. Seguí escuchando aquella cinta durante años en mi Walkman, hasta que se lió, se enredó… o como se dijera cuando la cinta se enganchaba.

A los años —pienso que no demasiados— cayó en mis manos un libro que, en aquel momento, me marcó: Demian, de Hermann Hesse. Un libro que el escritor publicó en 1919 (recién acabada la Primera Guerra Mundial) bajo seudónimo, con el nombre de Emil Sinclair, que a su vez era el protagonista de la historia. Trataba sobre los primeros pasos de Sinclair hacia la madurez, el abandono de la feliz infancia y la entrada en un mundo incierto y oscuro, donde aparecían la mentira, el chantaje, la violencia, el alcoholismo, las dudas... y Abraxas: un dios que encarna a la vez el bien y el mal.

¿Casualidad? Y si no era casualidad, ¿qué conexión existía entre este libro y el disco de Santana? La cosa se quedó ahí. Di por hecho que Santana creía en el mismo dios que el de Sinclair y por eso tituló así su disco (por el dios, claro, no por Sinclair… pero a veces nos faltan datos y damos por hecho cosas que no son). Abraxas.

Con el tiempo descubrí que sí existía una conexión entre el Abraxas de Carlos Santana y el Abraxas de Hermann Hesse. Entré en casa de alguien y, como muchas veces, me puse a mirar su discoteca. Mirando, mirando, encontré el vinilo Abraxas de Santana. Ahí estaba: el original de 1970, en un formato que me permitió disfrutar de su portada, de su contraportada y de las fotos interiores, tan novedosas entonces. Y en un rincón —no recuerdo exactamente dónde—, una dedicatoria que decía algo así como: "Dedicado a Hermann Hesse".