miércoles, 25 de abril de 2012

COSSÍO Y BALASCH



Hace tanto, que no recuerdo bien el año de nuestro encuentro. La verdad es que mi memoria para las fechas y las malas situaciones es bastante escasa. Las fechas se me enredan y de las cosas feas sólo retengo las sensaciones, me olvido de los hechos, pero recuerdo perfectamente que hubo mal rollo y eso basta para no tropezar en la misma piedra, o sí, pero sabiéndolo. De hecho, en ocasiones hasta olvido las personas, sólo recuerdo lo mal que lo pasé, sólo me queda una sensación de malo, malo, una sensación que en ocasiones me despiertan ciertas personas que ni siquiera recuerdo y que al volver a verlas me disparan mi alarma interior, la sensación. También he de decir que eso no me pasa con todo lo malo, tiene que ser por algo muy malo; malo según mi baremo de medir las cosas y de valorar lo malo, que como es natural no es el mismo que el de otras gentes, en realidad mis valoraciones sobre lo malo y lo bueno difiere bastante del resto del personal. En una ocasión, un estudioso de la raza humana comentó que las gentes del mundo nos dividíamos en tres grupos y me dijo que yo pertenecía al grupo del 0,7 (porcentaje del grupo al cual pertenezco). Vamos, que debo ser un poco rarito. Que me voy del mundo una vez más, no sé a qué ha venido esta brasa, pero la dejo, que de relleno puede ser bueno, o malo, quién sabe.
Corría el año 95 o 96 o 97, eso no es demasiado importante, lo interesante es que un día conocí a una persona que hablaba mucho, una persona que me ha enseñado un montón de cosas y con la que he compartido habitación, miles de kilómetros, escenarios y proyectos cien.
Pensemos que era invierno, New Orleans (el garito), yo tocaba en una Jam que hacíamos los jueves con los Castafiore (lo pasábamos muy bien), entre el público habitual estaba el Ernesto Cossío y nos hicimos muy amigos, no tardamos mucho en emprender lo que sería nuestro primer proyecto en común. Con un primer bolo en Elche (en muchas ocasiones los grupos se montan cuando sale una actuación, vamos que primero la actuación y después el proyecto), entre charla y charla, él con el 80% de la posesión, ensayamos duro para la que iba a ser nuestra primera cita en directo. Conseguimos montar nuestro primer repertorio a dúo, casi todo de Waits y Brassens, dos artistas que me presentó, musicalmente hablando, Ernesto, cosa de la que le estoy muy agradecido (de Brassens ya conocía algo). Me gustaría dejar claro que dentro del 80% también había jugadas geniales, Cossío es una biblioteca andante y no me refiero a una biblioteca de libros, me refiero a una biblioteca municipal, con sus libros de todo tipo, con sus discos, con sus cómics, etc, no hay tema del que como mínimo no tenga una “breve” opinión formada, ni música que no conozca y en muchas ocasiones también sabe tocar, todo esto guardado en una prodigiosa memoria que ha ido llenando a base de curiosidad. Me voy, que me voy, Balasch al grano. El primer problema surgió cuando hablamos de como íbamos a ir hasta Elche, no recuerdo si nos echamos unas risas o nos pusimos a llorar, pero el tema es que ninguno de los dos teníamos carnet de conducir. Objetivo: llegar a Elche a primera hora de la tarde, con contrabajo y guitarra. Aventura asegurada. Nos separaban más de quinientos kilómetros de nuestro primer bolo y no teníamos vehículo. Miramos trenes, amigos y autobuses. El autobús era el único que nos podía hacer llegar a la hora, lo malo es que sólo nos llevaba hasta Alicante, aparte de que empezaba la semana santa y no iba a ser nada fácil conseguir billete (además de que meter un contrabajo en el maletero de un bus lleno de maletas os aseguro que tampoco es tarea fácil). Los años me han enseñado que casi todo acaba teniendo solución, que muchas veces no sabes cómo, pero las cosas salen bien aun pintando fatal. Ya teníamos los billetes, ahora había que ser los primeros para poder meter el contrabajo antes que las maletas, no habíamos solucionado la manera de llegar a la estación de autobuses (el bus salía de madrugada), que por aquel entonces se encontraba pasado el puente de los gitanos. Cossío conocía a un taxista, Ángel (que después de ésta nos llevó en varias ocasiones, un tipo impresionante, un chaval que hacía maratones de estas que duran dos días). Ernesto tiene don de gentes y conoce a mucha, un consejo al respecto: si en alguna ocasión tienes que ir con Cossío a algún sitio andando, es aconsejable contar con un tiempo extra a descontar por las paradas obligatorias que tiene que hacer para hablar con gente (por eso creo que cuando ha de llegar puntual coge siempre un taxi); y no penséis que eso sólo sucede en Zaragoza, eso te puede pasar en cualquier lugar de España y seguramente del extranjero, seguro que no pertenece al 0,7. Al fin estábamos en el bus camino a Alicante, donde vendría a buscarnos una chica con un Ibiza para llevarnos a Elche. Tocábamos, si no recuerdo mal, en un museo. 200.000 palmeras esperaban nuestra llegada. El viaje fue muy largo, recuerdo varias paradas en las que bajaba una gente y subía otra, y entre unas y otras conocimos a un chaval con unas raquetas que iba a jugar un campeonato, y entonces vi como un paralelismo entre él y nosotros: él empezaba con ilusión sus primeros pasos en el mundo del tenis y nosotros nuestro primer concierto juntos, nosotros nos llamábamos Cossío y Balasch y él Rafa Nadal.
Al fin llegamos al lugar, la chica al ver el contrabajo se quedó un poco desorientada, pero rápidamente le demostré que por muy grande que pareciese, sabiendo como hacerlo, cabría en el coche; y cuando introduje el instrumento dentro del coche y vio que cabía en el asiento del copiloto se quedó muy satisfecha y nos llevó con alegría. El bolo no fue gran cosa, no recuerdo mucha gente, pero habíamos empezado nuestra andadura conjunta y eso era lo importante. Por la noche salimos y nos tomamos unas cañitas en manga corta mirando al mar, con buena compañía y buena conversación, también fue la primera vez que compartimos habitación. Zaragoza nos recibió con cierzo y frío, daban nieve en el pirineo (cosa que comprobé aquella misma noche, ya que había quedado con Marc en Sabiñanigo, el *“pianista” de los Cráneos sonrientes). Ernesto se fue a casa con su 80% de posesión y yo me fui con mi 0,7 al Pirineo.
*Para conocer la historia del pianista, ver en este mismo Blog la historia titulada "Adelante".


  
La música y el reportage fotográfico se registró el día 29-11-2001 en La Campana de los Perdidos, posiblemente el garito que más ha hecho y hace por la música en directo en esta ciudad. Un ejemplo a seguir. Más de 200 actuaciones al año. Regentado por Rodicio y Elena.
He acompañado a un montón de músicos en La Campana, con los cuales hemos hecho homenajes a Brassens, Waits, Brel, Davis, Ellington, Silvio y alguno que seguro que no recuerdo. Pero cada vez que toco allí, en mi interior homenajeo el lugar y más que el lugar a las personas que se atreven a llevar a cabo tal aventura Cultural.