Es
muy importante leer la historia y después escuchar la canción,
nunca alterar el orden.
Me
llamo Juan. Mi vida hasta el 15 de abril de 2001 era monótona,
rutinaria, ociosa, relajada, aburrida y plagada de automatismos, pero
aquel domingo nació en mí una ilusión, una esperanza.
Cada
día los mismos paseos, las mismas charlas. Mi mejor amigo es mi
perro, al que quiero mucho, pero no me atrae nada, sexualmente
hablando; igual me pasa con María, mi mujer. En un principio
hacíamos el acto los sábados de 12 a 2 (no me refiero a dos horas
de fornicación, me refiero a que este era el horario destinado a
este hacer y, si nos dormíamos, lo dejábamos para el siguiente
sábado). Solíamos hacerlo algo ebrios, ya que nos metíamos a la
cama después de haber salido y tomado unas copas. En los bares, me
gustaba observar cómo mi mujer miraba a otros hombres, me refiero a
ese tipo de mirada que tiene un significado especial, especial sobre
todo para nosotros. Yo también hacía lo mismo, además de coquetear
y hacerme el interesante. La vuelta de estas veladas siempre era
entre risas y recuerdos de los cuerpos deseados. Apagábamos la luz y
jugábamos a un juego que consistía en cambiarnos los nombres y a la
vez imaginar los cuerpos de nuestros amigos/as junto a nosotros.
Claro que, después de 15 años, la cosa es que nos hemos aburrido
hasta de imaginar esos cuerpos, que dicho sea de paso se han
estropeado bastante. No recuerdo cuando dejamos de jugar. Cada vez
son más los sábados que nos metemos en la cama cada uno por nuestro
lado, dándonos la espalda y sin ni siquiera hablarnos (bebemos más).
Los domingos me despierto, me levanto, me ducho, tomo un café y
salgo a pasear con Trueno (el perro, que también ha envejecido mal).
Mi recorrido dominical es más largo que el de los demás días,
monótono. Salgo de casa desde la calle de la Miel a la calle
Barreres. En la esquina, pipí. Llego a la plaza y sigo por la calle
Talamanca, giro a la derecha; en la esquina, pipí. Enfilo hacia la
plaza de la Reforma, la Seo a la izquierda, caca, bolsa, papelera,
monótono. Bajo al paseo del río, pipí, pipí, caca, bolsa,
papelera, pipí. Vuelta a casa, rutina. Recto hasta la plaza Santo
Domingo, cojo un periódico, me siento en la terraza de las Vegas,
pido una cerveza, ocioso. Hasta el periódico parece el mismo semana
tras semana; los políticos los mismos, el país mal, el Barça
vuelve a ganar, últimamente me pido unas olivas machacadas, están
ricas, diferente. Vuelvo a casa, la comida está lista, canelones, es
primer domingo de mes, relajado. Están ricos, sospechoso. Deben ser
de mi prima. Café, Trueno se come las sobras, vomita, papel de
cocina, fregona, automatismo.
Sábado
día 13 de abril, vamos al cine, pizzería Raviolo, muy rico,
diferente. Bajamos al centro, bebemos, aburrido. Me fijo en una chica
que está como un pan, observo que María se está fijando en el culo
de uno que pide en la barra, babeando (María). Volvemos a casa, nos
apareamos, relajado.
Domingo
14, salgo de casa con Trueno desde la calle de la Miel, giro a la
calle Barreres, en la esquina, pipí. Llego a la plaza... estoy
sentado en la terraza, ocioso. Me levanto y cojo una revista al azar,
rompo la rutina, raro. Leo un anuncio que pone: María, 30 años,
busco una relación con chico 1,80 y resultón. De repente me pongo a
sudar, es curioso pero doy el perfil, nervioso, ilusionado,
esperanzado...
Canción compuesta por Xavier Canal, título El Anuncio del disco Xiula la Bruixa, grupo La Ratonera.
Xavier Canal, voz, Miguel Ángel "Negro" Morales, guitarra, Coco Balasch, bajo, Andreu Monsó, batería.