En
casa de Juan y Laura.
- ¿Juan?
- ¿Sí?
- ¿Vas a ir hoy también a la biblioteca?
- Claro (ésta no se entera, si voy cada día).
- Podrías traerme tabaco.
- Sí.
- No te olvides.
El
pensamiento de Juan mientras va camino a la biblio - El matrimonio
tiene sus ventajas, aunque Laura cada día está más arisca y gorda.
El
pensamiento de Laura mientras Juan sale de casa – Me casé con un
tipo atlético y mira en lo que se ha convertido, tiene barriga, no
se afeita y huele. El matrimonio es una penitencia. Me habría tenido
que casar con Eduardo, él sigue estando como un queso de Burgos.
En
casa de Felisa y Luis (conversación a distancia)
- Me voy a la oficina, voy tarde, no me esperes para cenar. Un beso.
- (¿Un beso?) Tranquilo Luis, no te preocupes, ya cenaré aquí. Sola.
- Si te pasas por la biblioteca, mira si me han traído la revista.
- No te preocupes (se cierra la puerta), amor.
Felisa
sigue hablando sola.
Luis
se está acostando con alguien. Encima, no tiene ni el menor cuidado
en disimularlo.
Felisa
piensa - Me ha dejado sin vida social y, ahora que me tiene como ama
de casa y esclava del gimnasio, él se dedica a las jovencitas o
maduritas o lo que sea. Odio recoger su ropa impregnada de perfume
femenino y quitar las manchas de carmín de sus camisas. Tengo que
aguantar, no sé hacer de nada y, sin un motivo claro, sin pruebas,
haré otra vez el ridículo. Pero esta vez, le voy a fastidiar.
Quiero que sepa lo que es sufrir y pagar. Primero sufrir.
Juan
llega a la biblioteca.
Me voy
a leer el último número de la revista Armas. Joder, un avión
teledirigido. Con eso si que iba a disfrutar.
Felisa
llega a la biblioteca
A ver
si encuentro el último número de “todo terreno, guía práctica”.
Qué jeta que tiene. Encima, me sigue gustando. Pero le voy a
jorobar, se está portando fatal.
Juan
levanta la mirada y sigue con la vista a Felisa (de forma
disimulada), y piensa – Esta tía está como un pan, viene todos lo
jueves, seguro que después se mete a tomar un café en el Volante.
Me gusta, está como Dios. Ésta necesita un buen subfusil y creo que
mi FN P90 le encajaría a la perfección.
Felisa,
piensa. Ya está otra vez el baboso este que no me quita ojo. Qué
asco de tío.
Juan
mete barriga, se levanta y sale rápido de la sala.
Felisa-
Míralo, si se va a ahogar, encima apesta. Que asco de tío.
Juan
entra en el bar Volante, suena esta estupenda música francesa (como
siempre), el camarero le pregunta a Juan con su perfecto acento
francés y con esta educación que caracteriza a los galos: - ¿Que
se tomará el caballero?
-
Una jarra de cerveza (odio que me hablen así, pero merece la pena
estar aquí, seguro que entra la chorba de la biblioteca)
Felisa
entra y se sienta en el lado opuesto de la barra, el camarero se
acerca a ella y le sirve un café.
Míralo,
ahí con su jarra y su chandal del Madrid. Qué asco de tío.
Mírala.
Está buenísima. Creo que me ha mirado, seguro que está cachonda.
Ésta lo que necesita es un buen polvo.
- Tú,
hey, pssss, psssss. Ponme otra jarra.
Felisa
piensa - Creía que de estos ya no quedaban.
Juan.
Ésta, el jueves que viene cae.
Felisa
llama con cortesía al camarero, le pregunta si lo que suena es
Aznavour, el hombre afirma con una amable sonrisa. Felisa le felicita
por el buen café, paga y se va.
Qué
culito tiene la tía (pensamiento de Juan).