martes, 19 de marzo de 2013

RUIDO DE FONDO (4ª parte de 4)




Este año estoy de gira con una compañía rusa, sólo por España; para la gira europea no cuentan conmigo y, además, me han pillado porque pensaban que el sindicato español de artistas (no sé de dónde han sacado esto) obliga a las compañías extranjeras a cubrir un cupo de nacionales.
Cada vez menos curro. Hoy Valladolid. No ha venido demasiada gente, hace un frío que se saltan las lágrimas. Salgo a escena, canto mi parte del primer acto, es un sexteto precioso. No puede ser, en primera fila veo a una pelirroja que está jugando con su pelo, está preciosa. ¿Es ella? Le pido a Juan que me sustituya en el último acto, subo a camerinos, me desmaquillo a gran velocidad, me ducho y salgo a la puerta principal. No puede haber otra mujer en el mundo que mueva su pelo de esta manera, tiene que ser ella, ha de ser. Suerte que no había mucha gente, la observo de lejos, quiero saber con quién va. Es ella, está preciosa. Va con una señora mayor, las sigo, entran en un portal, se me ha escapado. Siempre he sido un torpe, habría podido saludarla sin más, veo cómo se enciende la luz del tercero, vuelvo a contar los pisos, el tercero. ¿Tendrá principal? ¿Y si no es ella? No puedo arriesgarme. ¿Llamo o no llamo? No. De repente se abre la gran puerta de madera y asoma de nuevo aquel precioso pelo rojizo. Es ella, no, quizá sólo se parezca, ya son más de quince años sin verla, es posible que sea otra persona, además ¿qué hace aquí, en Valladolid? No sé. La sigo, está callejeando, hace mucho frío, se mete en un bar. Sola en un bar. Entro, no entro, entro. Entro. Sólo entrar, me agarran entre dos tíos y me preguntan por qué la estoy siguiendo. Intento explicarme, en el forcejeo se me ha caído el sombrero. Entonces oigo su cristalina e inconfundible voz - pero si eres Julio, soltadlo, le conozco, pero ¿qué haces aquí? Le conté toda la historia, ella me contó que en el noventa aprobó unas oposiciones en Valladolid. Empezamos a beber y se dejó querer, nos besamos con pasión y con dulzura, en ocasiones parábamos para mirarnos, ella hizo ese juego con su pelo, estaba preciosa, volví a besarla, quería más y ella me dijo - hoy no es el día, no es el momento. Que le gustaba mucho, pero que no era el momento. Esta maldita frase me estaba empezando a obsesionar. No sé si llorar o reír.
Al día siguiente volví a Barcelona.
Este año me voy a presentar para entrar en el Liceo. No giras, no charlas, ocho horas de estudio diarias y tres días a la semana a clases privadas. Se acabó el salir, se acabó el ruido de fondo.
A los cuatro meses no echaba de menos aquel ruido de fondo. Quizá un poco. Me compré un gato, demasiado silencioso. Me preparé a fondo.
Llegó el día de las pruebas. ¿Sabéis quién estaba en el jurado? Da igual, no la conocéis, o quizá sí, estuvo en 1986, ahora es mi único ruido de fondo, me casé con ella. Sigue siendo preciosa. Siendo objetivo, lo es más que antes y resultó no ser tan inaccesible como aparentaba.