martes, 16 de abril de 2013

CÍRCULO








Necesito aire. Quiero un momento de desconexión.
Suena el timbre de la puerta insistentemente. Abro los ojos y no te veo, no te veo pero te siento, incluso te huelo, posiblemente todo el vecindario te huele. Cierro los ojos y apareces, estas ahí con tu cara de torta, inmenso despropósito heredado de tu madre, si por lo menos hubieses heredado su simpatía, pero ya te encargaste de apadrinar la mala leche de tu padre, tu padre, este ser insostenible, imperfecto, de perfil osil, recordman mundial del desatino. ¿Por qué abrí la puerta aquel día? Abrí y os vi a los tres, al unísono soltasteis aquella primera frase que me impactó – Hola, círculo de lectores. Después vinieron una serie de preguntas ¿conoce usted las virtudes de ser del círculo? ¿podemos pasar un momento? Gracias. ¿podrías ponernos un vaso de agua? ¿puedo utilizar el lavabo? ¿es usted soltero? A continuación, la sentencia – gracias por haberse hecho socio, no se arrepentirá nunca. Tuve que ventilar y limpiar el cuarto de baño, el imbécil, se meó fuera.
El timbre no para de sonar, es la pedorra de la hija que viene todos los meses a traerme noticias del círculo de lectores, si al menos se duchase. A la mierda (pensamiento). Hoy no le abro. Riiiiiing, riiiiiiing, ¡abre! ¡abre! Sé que estás dentro. Una mierda (pensamiento interno).