martes, 21 de mayo de 2013

MARCIANOS

Escultura de Maria Fernández. Música de Stanley Clarke.



Subiendo la escalera, oigo unos ruidos abajo, en el salón. Habrá sido la gata. Pero al entrar en la habitación veo el típico bulto debajo del edredón, levanto levemente la ropa de la cama y efectivamente la gata está durmiendo plácidamente, ni siquiera se digna a abrir un ojo para ver quién ha levantado el edredón.
Me siento en la cama y agudizo los oídos, los ruidos están ahí, no son imaginaciones, hay alguien abajo. ¿Será algún ladrón? Claro, alguien que ha estado observándome durante un tiempo y que sabe perfectamente que a estas horas tendría que estar trabajando. De hecho, si no me hubiese dejado el pen, estaría en la oficina. Los ruidos se intensifican, mierda. Lo curioso es lo de la gata, ahí está, tan tranquila; normalmente, cuando ha entrado algún amigo o amiga, siempre se muestra inquieta. ¿Qué extraño poder tiene este ser que está abajo? Si fuese un simple ladrón, la gata seguramente estaría histérica. Joder, ayer, en una revista en el dentista y después por la noche en la radio, hablaron de alienígenas, tanto el artículo en la sala de espera odontológica como la charla radiofónica aseguraban que estos seres tienen un poder tranquilizador que afecta a todo tipo de ser vivo. Está claro que con la gata funciona a la perfección, pero conmigo nada de nada. Los ruidos continúan. También oí que en ocasiones se te llevan para examinarte, para analizarte y después, al tiempo, te devuelven o no. Está claro que estos vienen a por mí, estarán observando mi hábitat, analizando mi forma de vida y cuando yo entre (supuestamente) este mediodía en casa (supuestamente tengo que venir a comer, ya que estoy en el trabajo), me raptarán. No sé qué hacer, voy a llamar a la policía.
- Policía, dígame.
- Hay alguien en casa.
- ¿Qué? ¿Podría hablar más alto?
- Si hablo más alto me van a oír.
- O alza la voz o le cuelgo.
- Si hablo más alto me van a oír, mi vida corre peligro.
- Ya vale de cachondeo, o habla más fuerte o le cuelgo.
- Este tío es imbécil o poco le falta, que mi vida corre peligro, idiota.
- Imbécil e idiota lo serás tú, capullo.
- Me alegra que ya pueda oírme, por favor, escuche atentamente.... pero si me ha colgado.
Tengo miedo. La gata ahí está tan pancha, no cabe ninguna duda que son extraterrestres, con lo fura que es... Los bomberos, esos sí que son efectivos, no sé cómo no se me ocurrió antes. Voy a llamar a los bomberos, seguro que me ayudan.
- Bomberos, dígame.
- Tengo miedo.
- Tranquilícese, cuénteme lo que sucede.
- Hay alguien en la planta de abajo en mi casa.
- ¿Ha podido ver de quién se trata? ¿Por qué no ha llamado a la policía?
- No me he acercado a mirar, pero estoy casi convencido, la verdad es que estoy seguro, que se trata de algún alienígena que viene a abducirme, a raptarme, necesito ayuda.
- No se preocupe, enseguida vamos, no se mueva. ¿Puede darnos su dirección?
- Calle La Duda nº 15.
- No se mueva, en unos minutos vamos con nuestro equipo especializado contra alienígenas
- Gracias, dense prisa. Sabía que podía contar con ustedes, gracias, son los mejores. Gracias.
- No se preocupe. Jorge llama a los loqueros y envíalos al nº 15 de la calle La Duda, otro pirao del rollo marcianos, no te extrañe que dentro de un par de semanas lo oigamos en el programa de la radio contando su experiencia y poniéndonos a caldo. Lo que no me explico es por qué nos llaman a nosotros en lugar de a la policía. Intrigas de la profesión.
Joder, parece que suben, y ahora qué hago, me habrán oído hablar por teléfono, voy a esconderme debajo de la cama, espero que aquí no me encuentren.
Se acercan, entran en la habitación, tengo miedo, están removiéndolo todo, voy a cerrar los ojos, puta gata ni se cantea, ya me dijo Juana que me pillase un perro, que para vivir solo en esta casa era mucho mejor un perro que una gata, y como siempre, con mi habitual soberbia, le contesté que yo era de gatos. Mierda. Voy a cerrar los ojos, que pase lo que tenga que pasar. Sí que tardan los bomberos.
Me están golpeando con algo que pincha, voy abrir los ojos, parece una escoba, de repente la escoba desaparece y veo los ojos de mi madre clavados en mí, acto seguido me pregunta: ¿qué haces debajo de la cama? Eres muy raro.
Los miércoles siempre viene mi madre a limpiar y ordenar un poco la casa.
Suena el timbre. La gata sale de debajo del edredón. Serán los bomberos.