Escultura de Maria Fernández. Música de Stanley Clarke.
Subiendo
la escalera, oigo unos ruidos abajo, en el salón. Habrá sido la
gata. Pero al entrar en la habitación veo el típico bulto debajo
del edredón, levanto levemente la ropa de la cama y efectivamente la
gata está durmiendo plácidamente, ni siquiera se digna a abrir un
ojo para ver quién ha levantado el edredón.
Me
siento en la cama y agudizo los oídos, los ruidos están ahí, no
son imaginaciones, hay alguien abajo. ¿Será algún ladrón? Claro,
alguien que ha estado observándome durante un tiempo y que sabe
perfectamente que a estas horas tendría que estar trabajando. De
hecho, si no me hubiese dejado el pen, estaría en la oficina. Los
ruidos se intensifican, mierda. Lo curioso es lo de la gata, ahí
está, tan tranquila; normalmente, cuando ha entrado algún amigo o
amiga, siempre se muestra inquieta. ¿Qué extraño poder tiene este
ser que está abajo? Si fuese un simple ladrón, la gata seguramente
estaría histérica. Joder, ayer, en una revista en el dentista y
después por la noche en la radio, hablaron de alienígenas, tanto el
artículo en la sala de espera odontológica como la charla
radiofónica aseguraban que estos seres tienen un poder
tranquilizador que afecta a todo tipo de ser vivo. Está claro que
con la gata funciona a la perfección, pero conmigo nada de nada. Los
ruidos continúan. También oí que en ocasiones se te llevan para
examinarte, para analizarte y después, al tiempo, te devuelven o no.
Está claro que estos vienen a por mí, estarán observando mi
hábitat, analizando mi forma de vida y cuando yo entre
(supuestamente) este mediodía en casa (supuestamente tengo que venir
a comer, ya que estoy en el trabajo), me raptarán. No sé qué
hacer, voy a llamar a la policía.
-
Policía, dígame.
-
Hay alguien en casa.
-
¿Qué? ¿Podría hablar más alto?
-
Si hablo más alto me van a oír.
-
O alza la voz o le cuelgo.
-
Si hablo más alto me van a oír, mi vida corre peligro.
-
Ya vale de cachondeo, o habla más fuerte o le cuelgo.
-
Este tío es imbécil o
poco le falta, que mi vida corre peligro, idiota.
-
Imbécil e idiota lo serás tú, capullo.
-
Me alegra que ya pueda
oírme, por favor, escuche atentamente.... pero si me ha colgado.
Tengo
miedo. La gata ahí está tan pancha, no cabe ninguna duda que son
extraterrestres, con lo fura que es... Los bomberos, esos sí que son
efectivos, no sé cómo no se me ocurrió antes. Voy a llamar a los
bomberos, seguro que me ayudan.
-
Bomberos, dígame.
-
Tengo miedo.
-
Tranquilícese, cuénteme lo que sucede.
-
Hay alguien en la planta
de abajo en mi casa.
-
¿Ha podido ver de quién se trata? ¿Por qué no ha llamado a la
policía?
-
No me he acercado a mirar,
pero estoy casi convencido, la verdad es que estoy seguro, que se
trata de algún alienígena que viene a abducirme, a raptarme,
necesito ayuda.
-
No se preocupe, enseguida vamos, no se mueva. ¿Puede darnos su
dirección?
-
Calle La Duda nº 15.
-
No se mueva, en unos minutos vamos con nuestro equipo especializado
contra alienígenas
-
Gracias, dense prisa.
Sabía que podía contar con ustedes, gracias, son los mejores.
Gracias.
-
No se preocupe. Jorge llama a los loqueros y envíalos al nº 15 de
la calle La Duda, otro pirao del rollo marcianos, no te extrañe que
dentro de un par de semanas lo oigamos en el programa de la radio
contando su experiencia y poniéndonos a caldo. Lo que no me explico
es por qué nos llaman a nosotros en lugar de a la policía. Intrigas
de la profesión.
Joder,
parece que suben, y ahora qué hago, me habrán oído hablar por
teléfono, voy a esconderme debajo de la cama, espero que aquí no me
encuentren.
Se
acercan, entran en la habitación, tengo miedo, están removiéndolo
todo, voy a cerrar los ojos, puta gata ni se cantea, ya me dijo Juana
que me pillase un perro, que para vivir solo en esta casa era mucho
mejor un perro que una gata, y como siempre, con mi habitual
soberbia, le contesté que yo era de gatos. Mierda. Voy a cerrar los
ojos, que pase lo que tenga que pasar. Sí que tardan los bomberos.
Me
están golpeando con algo que pincha, voy abrir los ojos, parece una
escoba, de repente la escoba desaparece y veo los ojos de mi madre
clavados en mí, acto seguido me pregunta: ¿qué haces debajo de la
cama? Eres muy raro.
Los
miércoles siempre viene mi madre a limpiar y ordenar un poco la
casa.
Suena
el timbre. La gata sale de debajo del edredón. Serán los bomberos.