Yo te busco, yo te encuentro, yo te ayudo, tú me ayudas, yo te digo, tú me escuchas, yo te escucho, tú me dices.
A
Charlie Haden le tocó nacer en la dorada y
abrasante América de los puentes de Madison, concretamente en
Shenandoah, Iowa.
Hace
unos días ha dejado de tocar en nuestro planeta. Se truncaron los
nuevos proyectos, pero nos ha dejado más de 50 discos como líder o
colíder y cientos como acompañante.
La
vida es un momento, cada cual con sus cosas; fruto de las
casualidades, del esfuerzo, de la perrería, de las suertes, de las
malas suertes, de las búsquedas, de los encuentros, de las
enfermedades, de los amores, de las pasiones, de los descansos, de
los agotamientos, de las carreras, del caminar. Todo esto y mucho más
la convierte en única. Sólo una. No es más una que otra, pero
depende de lo que hayas hecho, dejarás un legado que surcará el
pasar de los tiempos. Y si eres músico, de música sin texto, el
legado (musical) será sonoro; esa cosa abstracta, ese flujo de
sentimientos que puede hechizar o repeler, según el oyente (lo que a
mí me cautiva, igual a ti te repugna). Este es el yo. A diferencia
de la música escrita de Bach o de Mozart (estos dos, como ejemplo),
el legado musical de este siglo será auténtico, será la verdad,
trasmitido por el músico, por su propia voz, sin literatura
fantástica; en un soporte sonoro que no podrá mentir ni cambiar, ni
mejorar, ni empeorar, un legado que traspasará los tiempos de forma
auténtica y podrá ser escuchado durante tiempo tal y como es, un
documento histórico no manipulado. Música.
El día
6 de agosto de 1937 nació Charlie Haden. Empezó con la música, de
niño, cantando Country junto a su familia, paseando su voz por
emisoras de radio; yo me imagino (las emisoras) del estilo de la de O
Brother, (
de los Coen). Tuvo que dejar de cantar a los quince, por unos
problemas que le ocasionó la poliomielitis y le afectaron a las
cuerdas vocales, enfermedad que le dejó secuelas que le han
perseguido durante toda su viada y, parece ser, han sido la causa de
su fallecimiento a los casi 77 años. Fue la enfermedad lo que le
alejó del canto, pero también fue ella la que le acercó al
contrabajo de su hermano, al no poder cantar se puso a tontear con el
instrumento. La enfermedad le llevó al contrabajo y a su vez le
quitó la vida. Paradojas.
El día
11 de este mes murió Charlie Haden. Inició su carrera como
profesional del contrabajo en los 50, en pleno meollo (Jazz), empezó
tocando en Los Ángeles, la costa Oeste, el Cool, acompañó a Art
Pepper (eso es mucho), después se pasó a lo negro, se unió a
Ornette y llevaron adelante eso del Free (eso también es mucho).
Estas dos formas tan antagónicas del Jazz fueron su escuela; Haden
las supo aunar magistralmente durante toda su carrera, incluso
tocando en su faceta más Cool. Es cierto que poco a poco fue dejando
de lado lo más free, pero aún así nunca lo abandonó del todo, no
puedes deshacerte de tus aprendizajes, no puedes abandonar tu yo.
Para
acabar, para poner el punto final a su carrera, Haden nos ha dejado
un último disco a dúo (formación que tanto le gustaba) junto a ese
amigo con el cual estuvieron 35 años sin hablarse, Jarrett.
Estuvo
en los grandes momentos del Jazz, oculto detrás de grandes figuras
(como ha de ser, era Contrabajista).
Cuando
empezó a volar en solitario, hizo cosas bellas, con el corazón, una
y otra vez, disco tras disco, grupo tras grupo, dúo tras dúo.
Alejado
del virtuosismo (que no atesoraba entre sus dedos), en sus solos
apostó por la melodía (qué peligro), por los efectos sonoros
(Free) o el caminar (tocar simplemente una nota por tiempo o
semejante) y cuando acompañaba, su objetivo no era otro que hacer
mejores a los compañeros con los que tocaba (una de las labores, si
no es la labor, más importante de un contrabajista y también de
cualquier músico de Jazz que esté acompañando. Creo).
A la
gente le gusta más el virtuosismo, está mucho más premiado entre
los aficionados y músicos; por eso admiro tanto, también, a este
hombre, que creyó en su canción y consiguió el reconocimiento de
los Músicos.
Sé
que hay mucha gente a la cual no le llega su discurso, he oído
muchos comentarios de desaprobación e incluso de mofa hacia su
manera de tocar, inclusive entre músicos. No intento convencer a
nadie de lo que yo siento al oírlo, de lo que me ha enseñado, y no
sólo hablo de música. Pero, creedme, si lográis amar a Haden de
manera sincera, si lográis degustar con profundidad su discurso, su
sonido, su música, aunque sea por un instante, os aseguro que vais a
abrir un frasco de fragancias que jamás antes habréis disfrutado,
un espacio desconocido, único, que os mostrará la belleza de lo
simple, la verdad sin trampa, lo desnudo, lo ético, lo auténtico.
Tuve
la ocasión de entrevistarlo en los noventa, seguro que puedo
encontrar aquellos documentos sonoros, con su voz y quizá algún día
los cuelgue. Sus palabras cambiaron mi manera de ver ciertas cosas.