Audio, Te Amaré, fragmento versión de Salanova y Balasch.
No conozco el nombre del fotógrafo (espero averiguarlo)
En
ocasiones no lo puedes evitar, quieres que se acabe y crees que está
en tus manos, pero nunca se acaba.
Como
todos los grupos de música, antes de montarlos, antes de empezar a
ensayar, hay que saber el qué, la temática.
En el
Parc de l'Agulla parábamos el coche en el camino, cerca de donde nos
íbamos a instalar, dejábamos las puertas abiertas para poder oír
la música y nos sentábamos en el suelo con nuestros cigarros y el
moscatel de la zona. En algún momento de la velada, el Crespo sacaba
el cassette de Silvio Rodríguez, una cinta grabada del disco
Mujeres. No sé cuantas veces la escuché, pero fueron muchas,
el cassette reversible del 127 amarillo no paraba de dar vueltas a la
misma cinta, a no ser que alguien se levantase a cambiar de música.
Pero el Antonio (el Crespo) elegía siempre el momento adecuado para
poner su cinta, este momento que estás tan a gustito viendo las
estrellas veraniegas, tumbado en el césped... vamos, que a nadie le
apetecía levantarse a cambiar de cassette, el momento Silvio se
había convertido en una costumbre.
Cuando
quieres que un grupo se acabe, lo hablas con los demás, quedas de
acuerdo en que ésta es la última vez, haces una actuación de
despedida y lo festejas con tus seguidores, un adiós digno y todos
contentos. Pero en nuestro caso, al tiempo,
el grupo vuelve a actuar, vuelves a hacerlo. Vuelves a decir que es
la última vez, todos estamos conformes y, no sé por qué, al
tiempo,
vuelve a suceder, en ocasiones la sensación es que estamos
haciendo un remix de la película sobre el día de la marmota versión
trío. No lo entiendo. ¿Una maldición? ¿Una fuerza superior que
nos arrastra? No lo comprendo, pero algo hay para que el día 19
vayamos a tocar una vez más juntos; y por tercera vez anunciaremos
que ésta será nuestra última actuación con este grupo. Quizá lo
mejor en esta ocasión sea no decir nada.
Supongo
que fueron tantas las veces que oí aquella cinta en el parque de la
carretera de Santpedor, que era inevitable que, un buen día, se me
ocurriese montar un grupo de canciones de Silvio. Parece fácil
montar un grupo de Silvio, pero os puedo asegurar que no lo es.
Primero tienes que buscar un cantante, que no puede ser cualquiera,
tiene que ser uno al que le guste Silvio (esto es relativamente
fácil), pero uno que pueda cantarlo (no tanto). Siempre que se me
ocurre un nuevo proyecto, en un principio pienso el qué, qué música
y después, me gusta escoger a la gente adecuada, dentro de mis
posibilidades, para cada proyecto, al músico perfecto. Toco con
mucha gente, pero no suelo mezclar (cuando puedo elegir). Un ejemplo:
en el año 2008 monté el grupo Blue Valentine, un grupo de
versiones de Tom Waits. En aquel momento, cuando necesitaba un
batería llamaba a Israel Tubilleja y, por aquel entonces, estaba en
pleno apogeo con el dúo junto a Antonio Salanova. Pero para lo de
Waits lo vi claro, los músicos para este proyecto eran Pablo Posa y
Pepe Fernández Balasch, no es que sean mejores ni peores, es por un
tema de estilo, tocar en el estilo. Para lo de Silvio tenía que
buscar un cantante en el estilo.
Cuando
acabábamos la velada y volvíamos a casa, el Crespo (Antonio
Fernández Crespo) me contaba que había estado viendo a Silvio en la
fiesta del PSUC, que venía con banda (el Silvio) y que no tocó casi
ninguna de las canciones emblemáticas, pero tal fue la insistencia
del público al acabar su actuación, que Silvio volvió a sacar su
guitarra, subió al escenario, esta vez sin músicos y empezó un
nuevo concierto con sus canciones de siempre, otorgando peticiones a
diestro y siniestro.
Cuando
quieres que se acabe algo y en teoría está en tus manos,
normalmente puedes hacer que se acabe, pero en ocasiones no puedes.
En la anécdota de Antonio, en su relato del concierto, posiblemente
Silvio, después de hacer su primera actuación, tenía ganas y
quería acabar, pero una fuerza exterior le obligó a seguir y os
aseguro que no fue el público, es algo más profundo que los
aplausos.
Habíamos
tocado cientos de veces juntos, pero un día después de comer, un
día que íbamos a tocar con Xaloc en la escuela oficial de
idiomas uno de Zaragoza, nos fuimos al “Tetito” (bar Hemisferio)
a tomar un té antes de empezar. Ernesto empezó a tocar y cantar
unos temas de Silvio para impresionar a unas chicas que había en el
local, entre ellas mi médico de cabecera, y ¡cuál fue mi sorpresa
cuando Gregorio se puso a cantar las canciones de una manera
magnífica y sorprendente! Aquello se me quedó grabado a fuego, y,
aunque habían pasado un montón de años desde que le oí cantar
aquellas canciones, cuando decidí emprender el proyecto Tres
Hermanos, el cantante en el estilo, el elegido, fue Gregorio
Montañés (nunca antes de lo de Silvio había cantado en solitario
un repertorio completo, no era cantante). Ahora tenía que pensar en
el guitarrista y en la forma que quería darle al grupo. Tenía clara
una cosa: la voz de Gregorio es muy Silvio, y su estilo también,
¿pero quería realmente un guitarra Silvio?
Cuando
quieres dejar de hacer algo, lo único que debes hacer es dejar de
hacerlo, pero en ocasiones hay algo que no sabes de dónde viene que
te obliga a seguir.
Durante
mucho tiempo el Crespo (que vivía en mi misma calle), cuando me
veía, me daba la brasa con Silvio, me grabó y regaló una cinta con
las canciones del disco Mujeres, también me hablaba de
amistad y de ajedrez.
Unos
años antes de lo del “Tetito”, yo me acercaba los jueves
al New Orleans para tocar un poco de Jazz. En este lugar, conocí
a un joven chaval que llevaba unos meses estudiando en Berklee, era
la primera persona de Zaragoza que conocía que estudiaba en tan
prestigiosa escuela de música. Después de este encuentro hubo otros
y, cada vez que volvía a Zaragoza, se acercaba a tocar por el
Orleans y se notaba su progresión como músico, era un chico
muy amable, era un chico muy majo, es Luis Giménez.
Cuando
me puse a pensar en el guitarra para lo de Silvio, en primer lugar,
me vino a la mente un guitarrista que conozco, que puede tocar
clavado a Silvio y conoce muy bien el repertorio; este es Miguel
Ángel Morales el “Negro”, creo que hasta se lo llegué a
comentar. Pero después pensé que estaría bien alejarse un poco de
la rigidez del Silvio con guitarra, alejarse de la imitación, buscar
algo un poco diferente, dar un pelín de improvisación a la música.
Imaginé una actuación donde la voz, las letras y las melodías
fuesen totalmente fieles a las de Silvio, pero darle algo de
libertad y personalidad propia a la música, y eso es lo que estamos
haciendo y, para esto,
el guitarra más adecuado es Luis.
Un
día, apareció el Crespo por Zaragoza, estaba muy mal, pasó unos
días en casa (ésta
fue la última vez que lo vi), la verdad es que ya no duró mucho
más, pero durante aquellos días que pasamos juntos, cómo no, me
habló de Silvio y, escuchando la música que yo estaba haciendo y
sabiendo que tocaba con mucha gente, me propuso, me dijo ¿por qué
no tocas cosas de Silvio?
Una
vez montado el grupo, ya sabiendo lo que vas a hacer , quién y cómo,
falta otro detalle para dar fin al proyecto, convertirlo en una
realidad y presentarte al público: un nombre, esto
también lo elegí yo.
Gregorio le quería poner un nombre grotesco y a mí se me ocurrió
Tres Hermanos (por la canción de Silvio, la fábula de los
tres hermanos y porque somos tres y porque el tres es mi número
de la buena suerte), me costó lo mío imponer este nombre ya
que el cantante quería que nos llamásemos... ni lo voy a nombrar,
al final en un ataque de cordura se resignó y mi propuesta, lógica
y sensata, es la que se impuso.
En
ocasiones hay que claudicar a la evidencia (lo mismo que pasó con el
nombre del grupo), el no poder dejar de tocar juntos, siendo qué
es lo que queremos hacer, es que hay una fuerza
que nos obliga y la prueba es que, este jueves 19 a las 22:00,
volveremos a hacerlo en La Campana de los Perdidos. Durante un
tiempo pensé que la fuerza que nos llevaba a juntarnos una y otra
vez era Rodicio, que siempre llama a Gregorio para que toquemos en su
garito, pero después de analizarlo en profundidad, estoy convencido
de que Antonio Fernández Crespo, el Crespo, es la fuerza que nos
empuja, el que impulsa a Rodicio para llamar a Gregorio, el que nos
obliga a decir sí una vez más. Él es el que nos presiona para que
sigamos siendo tres hermanos.
*Cualquier
coincidencia con la vida real es totalmente lógica, ya que esta
historia está basada en hechos reales.