martes, 17 de julio de 2012

LA HISTORIA DE TRES HERMANOS

Audio,  Te Amaré, fragmento versión de Salanova y Balasch.
 No conozco el nombre del fotógrafo (espero averiguarlo)



En ocasiones no lo puedes evitar, quieres que se acabe y crees que está en tus manos, pero nunca se acaba.
Como todos los grupos de música, antes de montarlos, antes de empezar a ensayar, hay que saber el qué, la temática.
En el Parc de l'Agulla parábamos el coche en el camino, cerca de donde nos íbamos a instalar, dejábamos las puertas abiertas para poder oír la música y nos sentábamos en el suelo con nuestros cigarros y el moscatel de la zona. En algún momento de la velada, el Crespo sacaba el cassette de Silvio Rodríguez, una cinta grabada del disco Mujeres. No sé cuantas veces la escuché, pero fueron muchas, el cassette reversible del 127 amarillo no paraba de dar vueltas a la misma cinta, a no ser que alguien se levantase a cambiar de música. Pero el Antonio (el Crespo) elegía siempre el momento adecuado para poner su cinta, este momento que estás tan a gustito viendo las estrellas veraniegas, tumbado en el césped... vamos, que a nadie le apetecía levantarse a cambiar de cassette, el momento Silvio se había convertido en una costumbre.
Cuando quieres que un grupo se acabe, lo hablas con los demás, quedas de acuerdo en que ésta es la última vez, haces una actuación de despedida y lo festejas con tus seguidores, un adiós digno y todos contentos. Pero en nuestro caso, al tiempo, el grupo vuelve a actuar, vuelves a hacerlo. Vuelves a decir que es la última vez, todos estamos conformes y, no sé por qué, al tiempo, vuelve a suceder, en ocasiones la sensación es que estamos haciendo un remix de la película sobre el día de la marmota versión trío. No lo entiendo. ¿Una maldición? ¿Una fuerza superior que nos arrastra? No lo comprendo, pero algo hay para que el día 19 vayamos a tocar una vez más juntos; y por tercera vez anunciaremos que ésta será nuestra última actuación con este grupo. Quizá lo mejor en esta ocasión sea no decir nada.
Supongo que fueron tantas las veces que oí aquella cinta en el parque de la carretera de Santpedor, que era inevitable que, un buen día, se me ocurriese montar un grupo de canciones de Silvio. Parece fácil montar un grupo de Silvio, pero os puedo asegurar que no lo es. Primero tienes que buscar un cantante, que no puede ser cualquiera, tiene que ser uno al que le guste Silvio (esto es relativamente fácil), pero uno que pueda cantarlo (no tanto). Siempre que se me ocurre un nuevo proyecto, en un principio pienso el qué, qué música y después, me gusta escoger a la gente adecuada, dentro de mis posibilidades, para cada proyecto, al músico perfecto. Toco con mucha gente, pero no suelo mezclar (cuando puedo elegir). Un ejemplo: en el año 2008 monté el grupo Blue Valentine, un grupo de versiones de Tom Waits. En aquel momento, cuando necesitaba un batería llamaba a Israel Tubilleja y, por aquel entonces, estaba en pleno apogeo con el dúo junto a Antonio Salanova. Pero para lo de Waits lo vi claro, los músicos para este proyecto eran Pablo Posa y Pepe Fernández Balasch, no es que sean mejores ni peores, es por un tema de estilo, tocar en el estilo. Para lo de Silvio tenía que buscar un cantante en el estilo.
Cuando acabábamos la velada y volvíamos a casa, el Crespo (Antonio Fernández Crespo) me contaba que había estado viendo a Silvio en la fiesta del PSUC, que venía con banda (el Silvio) y que no tocó casi ninguna de las canciones emblemáticas, pero tal fue la insistencia del público al acabar su actuación, que Silvio volvió a sacar su guitarra, subió al escenario, esta vez sin músicos y empezó un nuevo concierto con sus canciones de siempre, otorgando peticiones a diestro y siniestro.
Cuando quieres que se acabe algo y en teoría está en tus manos, normalmente puedes hacer que se acabe, pero en ocasiones no puedes. En la anécdota de Antonio, en su relato del concierto, posiblemente Silvio, después de hacer su primera actuación, tenía ganas y quería acabar, pero una fuerza exterior le obligó a seguir y os aseguro que no fue el público, es algo más profundo que los aplausos.
Habíamos tocado cientos de veces juntos, pero un día después de comer, un día que íbamos a tocar con Xaloc en la escuela oficial de idiomas uno de Zaragoza, nos fuimos al “Tetito” (bar Hemisferio) a tomar un té antes de empezar. Ernesto empezó a tocar y cantar unos temas de Silvio para impresionar a unas chicas que había en el local, entre ellas mi médico de cabecera, y ¡cuál fue mi sorpresa cuando Gregorio se puso a cantar las canciones de una manera magnífica y sorprendente! Aquello se me quedó grabado a fuego, y, aunque habían pasado un montón de años desde que le oí cantar aquellas canciones, cuando decidí emprender el proyecto Tres Hermanos, el cantante en el estilo, el elegido, fue Gregorio Montañés (nunca antes de lo de Silvio había cantado en solitario un repertorio completo, no era cantante). Ahora tenía que pensar en el guitarrista y en la forma que quería darle al grupo. Tenía clara una cosa: la voz de Gregorio es muy Silvio, y su estilo también, ¿pero quería realmente un guitarra Silvio?
Cuando quieres dejar de hacer algo, lo único que debes hacer es dejar de hacerlo, pero en ocasiones hay algo que no sabes de dónde viene que te obliga a seguir.
Durante mucho tiempo el Crespo (que vivía en mi misma calle), cuando me veía, me daba la brasa con Silvio, me grabó y regaló una cinta con las canciones del disco Mujeres, también me hablaba de amistad y de ajedrez.
Unos años antes de lo del “Tetito”, yo me acercaba los jueves al New Orleans para tocar un poco de Jazz. En este lugar, conocí a un joven chaval que llevaba unos meses estudiando en Berklee, era la primera persona de Zaragoza que conocía que estudiaba en tan prestigiosa escuela de música. Después de este encuentro hubo otros y, cada vez que volvía a Zaragoza, se acercaba a tocar por el Orleans y se notaba su progresión como músico, era un chico muy amable, era un chico muy majo, es Luis Giménez.
Cuando me puse a pensar en el guitarra para lo de Silvio, en primer lugar, me vino a la mente un guitarrista que conozco, que puede tocar clavado a Silvio y conoce muy bien el repertorio; este es Miguel Ángel Morales el “Negro”, creo que hasta se lo llegué a comentar. Pero después pensé que estaría bien alejarse un poco de la rigidez del Silvio con guitarra, alejarse de la imitación, buscar algo un poco diferente, dar un pelín de improvisación a la música. Imaginé una actuación donde la voz, las letras y las melodías fuesen totalmente fieles a las de Silvio, pero darle algo de libertad y personalidad propia a la música, y eso es lo que estamos haciendo y, para esto, el guitarra más adecuado es Luis.
Un día, apareció el Crespo por Zaragoza, estaba muy mal, pasó unos días en casa (ésta fue la última vez que lo vi), la verdad es que ya no duró mucho más, pero durante aquellos días que pasamos juntos, cómo no, me habló de Silvio y, escuchando la música que yo estaba haciendo y sabiendo que tocaba con mucha gente, me propuso, me dijo ¿por qué no tocas cosas de Silvio?
Una vez montado el grupo, ya sabiendo lo que vas a hacer , quién y cómo, falta otro detalle para dar fin al proyecto, convertirlo en una realidad y presentarte al público: un nombre, esto también lo elegí yo. Gregorio le quería poner un nombre grotesco y a mí se me ocurrió Tres Hermanos (por la canción de Silvio, la fábula de los tres hermanos y porque somos tres y porque el tres es mi número de la buena suerte), me costó lo mío imponer este nombre ya que el cantante quería que nos llamásemos... ni lo voy a nombrar, al final en un ataque de cordura se resignó y mi propuesta, lógica y sensata, es la que se impuso.
En ocasiones hay que claudicar a la evidencia (lo mismo que pasó con el nombre del grupo), el no poder dejar de tocar juntos, siendo qué es lo que queremos hacer, es que hay una fuerza que nos obliga y la prueba es que, este jueves 19 a las 22:00, volveremos a hacerlo en La Campana de los Perdidos. Durante un tiempo pensé que la fuerza que nos llevaba a juntarnos una y otra vez era Rodicio, que siempre llama a Gregorio para que toquemos en su garito, pero después de analizarlo en profundidad, estoy convencido de que Antonio Fernández Crespo, el Crespo, es la fuerza que nos empuja, el que impulsa a Rodicio para llamar a Gregorio, el que nos obliga a decir sí una vez más. Él es el que nos presiona para que sigamos siendo tres hermanos.

*Cualquier coincidencia con la vida real es totalmente lógica, ya que esta historia está basada en hechos reales.