Foto, Ángel Fernández
Ayer
pasó algo que me indignó muchísimo. Lo de fabra, la hija de fabra.
Hace tiempo que sé lo que piensan de nosotros, me los puedo imaginar
perfectamente en sus conversaciones privadas hablando y riéndose a
mandíbula partida (de nosotros) en sus bacanales con champán
francés, pero de eso a que lo hagan en público, por lo menos se
podrían esconder para insultarnos. El que esta mujer nos insultase,
además con esa cara de rabia (mal bicho ha de ser), después de la
presentación de unos recortes sin precedentes, que diga “que se
jodan”, la frase de fabra, la hija de fabra, para mí tiene el
mismo efecto que si Rajoy, después de anunciar todos sus recortes,
hubiese dicho “y os jodéis”. Algún día tiene que llegar la
gota que colme el vaso y ésta podría ser. Rajoy, si te queda algo
de dignidad, haz algo al respecto (ya sé que nunca lo leerás, pero
me sirve de desahogo).
Cuando
empezó todo ésto, estaba indignado; antes de leer el libro de
Hessel, ya estaba indignado con ellos: los políticos, los banqueros,
las farmacéuticas... quizá lleve indignado toda la vida (a Ratos).
Con los políticos de antes de la democracia estaba indignado por
influencia de mis padres, por sus conversaciones (de mis padres), sus
historias, las que contaban (de política y derechos humanos e
injusticia) y sus propias historias, las de sus vidas, entre ellas
las que les llevaron a emigrar. Me indigné cuando me enteré de que
las grandes potencias mundiales no hicieron nada por ayudar a nuestra
república, a nuestra pequeña y frágil república. Me indignan las
muertes de nuestros obreros durante años (guerra y posguerra), me
indigna la ley del silencio y del miedo impuesta (durante el
franquismo y después la pactada para emprender nuestra nueva
aventura demócrata) que ha calado en nuestro carácter. Me indigna
que en este país nunca se ha juzgado a nadie por aquello, que en
este país, todos los malos piensen que los demás somos tontos y
encima saben que no van a pagar por sus fechorías.
Me han
indignado nuestros presidentes democráticos. Me indigna cuando un
trabajador defiende a su dirigente, que ha mentido descaradamente
“OTAN NO” (eso me indignó mucho); aquel día empecé a
sospechar que esta gente no está ahí para hacer cosas para el
pueblo, que su lucha para llegar a presidente no es para hacer el
bien, que debe ser por otra razón, porque si piensas una cosa (antes
de conseguir los votos) y después haces otra, es que tú no mandas,
o algo más miserable aún si cabe (la historia se repite una y otra
vez), si tú no eres el que gobierna, y si tú no eres el mandamás,
deja de mentir y deja gobernar al tipo y sus secuaces que te ordenan,
a esos que no hemos votado pero que te manejan, por lo menos nos
ahorraremos unos cuantos sueldos disparatados de gente que no vale
para nada y también de los que roban (los presidentes, todos roban,
o fijaros qué sueldos tienen actualmente como ejecutivos de empresas
y demás, después de los favores donados durante sus mandatos). Todo
ésto me indigna. La macroindignación me agota (supongo que es lo
que buscan), la macroindignación de nuestro país me indigna, pero
hace ya tiempo que más aún me indigna la microindignación, las
pequeñas cosas, y creo profundamente que esto es lo único que nos
puede salvar. Si no cambiamos, no esperemos que cambien los que
provocan la macroindignación, ellos también se valen de la
microindignación para manejarnos, de nuestras pequeñas cosas para
poder hacer a sus anchas. Siempre me ha indignado lo micro, y ahora
mucho. Me indigna la injusticia, me indigna la frase “si yo
estuviera en su lugar, haría lo mismo” y más aún cuando afirman
“si estuvieras en su lugar, harías lo mismo”, me indignan los
pequeños empresarios que no apoyan ni nunca han apoyado a sus
trabajadores, que se han valido de ellos, y ahora los dejan tirados,
que critican a los banqueros y a los políticos y no ven que su
comportamiento es igual de indigno que el de los grandes, me indigna el trabajador que no apoya a su
compañero por miedo o egoísmo, me indigna el que roba, no sólo el
que roba algo grande, me indigna el que roba al camarero que se ha
equivocado dando los cambios, calla y se lo mete al bolsillo, el que
se cuela en una atracción en la feria sin pagar también me indigna, me indigna la gente que nunca
piensa en los demás, me indigna la gente que hace algo mal y no lo
reconoce aún dándose cuenta de que está mal, me indigna el que
perdona lo imperdonable por miedo o egoísmo, me indigna la gente que
insulta, más aún el que insulta a sus hijos, el que insulta a su
pareja, me indigna el violento, el agresor y más me indigna el que
lo defiende, me indigna el que rompe las cosas de los demás
queriendo, me indigna el que miente, más aún el que te miente y cree que eres tonto, que no te enteras, me indigna la gente que cree que los demás son tontos, me indigna la gente que escupe en el suelo, el que tira
chicles al suelo, el que deja los excrementos de su perro en la
acera, me indigna el ruido innecesario, me indigna la gente que
utiliza el claxon para protestar, me indigna la gente que está
puesta a dedo, me indigna el maestro sin corazón, el maestro que
enseña algo que no sabe, me indigna la falta de criterio, me indigna
la gente que se cuela en la fila, me indigna que se premie lo
mediocre, me indigna que a una familia no le llegue el dinero, me
indigna que la gente no tenga la posibilidad de un trabajo digno, me
indigna que la gente trabaje a cambio de cualquier cosa, me indigna
el pequeño empresario que se vale de eso, me indigna la ambigüedad, me indigna la avaricia, me indigna la gente que no compra en el pequeño negocio, me indigna
la gente que hace trampas con el fisco, y el que lo cuenta más, me
indigna la gente que cobra una prestación y trabaja, me indigna la
gente que se mofaba, que se ponía las manos en la cabeza con
Berlusconi, creyendo y afirmando que los italianos eran imbéciles
por votarlo, sin mirar cómo somos aquí, me avergüenza ver nuestro
país desde fuera. Hace mucho que me indignan más nuestros
“pequeños” hechos que los de los grandes.
Lo que
ayer pasó, me indignó muchísimo, lo de fabra, la hija de fabra, yo
lo incluyo en la microindignación; no es macroindignación, porque
la macroindignación está visto que es la que nos toca el bolsillo o
recorta nuestro bien estar, por lo que la frase de la hija de fabra,
ésta, debe ser micro (la frase y ella). Y, como he comentado, me
indigna la microindignación, y ésta fue la evidencia de lo que
piensan de nosotros fabra ( me refiero a la hija de... por si aún no
ha quedado claro) y sus compañeros y el presidente (éste, el
presidente, qué favores le deberá a fabra, hijo de fabra, para
tener a la hija de fabra ahí); si no hacen nada al respecto, para mí
son igual que fabra, la familia.
*No
quiero convertir mi blog en un lugar de protesta y espero que esta
sea la primera y la última que haga, pero me indignó mucho esta
mujer, su comentario. Quiero dejar clarísimo que no es un tema
partidista (no soy de ninguno, en todo caso del Barça y no siempre),
es un tema de dignidad, cualquier persona que hubiese hecho este
comentario, hubiese sido del partido que fuese, me hubiese indignado
de igual manera.
*Se me
ha estropeado la “F” mayúscula. Perdonen las molestias.