Le Métèque. Georges Moustaki.
Nací
en Drancy, a 9 km de la basílica del Sacré Coeur. A mi madre le
encantaba París, pasear, los grandes almacenes. Nunca nos llevaba a
los dos juntos de paseo (para poder disfrutar, ya que siempre nos
peleábamos y a mamá no le gustaba dar la nota) aquel día me tocó
a mí, cada vez un hijo, cogimos el metro, la imagen que guardo de
aquel día es la de estar tomando un helado de chocolate sentado en
una terraza a los pies de las escaleras que llevaban a la basílica,
una cafetería que podría ser perfectamente la de la película
Amelie. A mi madre le encantaba París.
Nací
en Drancy, a 23 años del centro de detención, campo de
concentración o campo de tránsito, yo me quedaría con lo de campo
de tránsito, un lugar donde pasaron 70.000 personas, de las cuales
65.000 fueron a parar a Auschwitz y Sobibor. Un lugar, Drancy, donde
estuvieron la mayoría de judíos franceses, homosexuales e
indeseables, suerte que nací a 23 años de distancia porque ¿quién
sabe si me hubiesen, nos hubiesen tomado por indeseables, ya que
nosotros en aquel entonces eramos españoles? Nací en Drancy, nací
extranjero, era español, el español, los españoles. Os puedo
asegurar que no era un tema exótico.
Los
seres humanos somos muy dados a sentirnos orgullosos de los que
comparten nacionalidad con nosotros mismos, de nuestros paisanos; los
franceses también lo están, para no romper la norma, de los suyos.
Ya puestos en el tema, voy a citar unos cuantos de los que se sienten
orgullosos, empezaré por unos cantantes: Moustaki, Aznavour, Brel,
Manu Chau, Ginsburg; es curioso que ellos no nacieron extranjeros o,
por lo menos, con el paso del tiempo, se les olvidó a toda la
población; también pasa con sus escritores: Émile Zola, Jean-Paul
Sartre, René Goscinny o Albert Uderzo; también con científicos y
qué vamos a decir de la selección francesa de fútbol que ganó el
mundial, once jugadores se reconvirtieron en auténticos franceses y
Zidane, por citar al más conocido, ¿ya no es un pies negros? Es
increíble lo que lleva a hacer el patriotismo. Y por el amor a la
patria, mi familia (sobre todo mi padre) decidió volver a España;
para mí, un cambio más (durante los 9 primeros años viví en 8
casas distintas), una casa nueva, nos instalamos en una pequeña
ciudad de la provincia de Barcelona y al fin pude ser francés, el
francés, los franceses.
En
aquellos momentos yo me dedicaba a jugar, no eran cosas esas que me
importaran, qué más da ser francés o español, yo vivía en una
casa en que se hablaban tres idiomas simultáneamente (mi madre
hablaba en catalán) y no teníamos ningún problema de comunicación,
al revés, era divertido y enriquecedor.
Pasaron
los años y entonces fui yo el que emigró, me vine a vivir a
Zaragoza y pasé a ser catalán, el catalán, los catalanes (estaba
con mi hermano). Es curioso, el tema se volvía a repetir, y encima
tenía ya tres nacionalidades o más, según se mire: francés,
gabacho, español, catalán y polaco, eso es la ostia porque yo no me
siento de ningún lugar en concreto, simplemente son los demás que
me ponen en un sitio según convenga; bueno, me olvidaba que cuando
voy a la ciudad de mi juventud, ahora también soy Maño.
Si
mi teoría de la relatividad es exacta, los alemanes dirán que soy
alemán y los franceses que soy ciudadano del mundo. Pero si no, los
franceses dirán que soy alemán, y los alemanes que soy judío.
-Albert Einstein-