Fotos Ángel Fernández Balasch
Audio, Chariots of Fire, Ethan Iverson, piano, Reid Anderson, contrabajo y Dare King, batería.
Hoy
30-07-2012, he leído una declaración del entrenador del equipo
olímpico de fútbol, una persona que en una ocasión conocí en
fiestas de Teruel (1991) y no veas si largaba el tío, me dio
material para escribir una novela rosa, rosa futbolista, carnaza para
la prensa deportiva y algún huesico. No quería escribir sobre esto
en mi blog, me había propuesto no colgar ninguna historia sobre
política, religión o fútbol, temas que en ocasiones me ponen de
mala leche por la incoherencia de algunos de sus líderes y de muchos
de sus seguidores, por su falta de justicia y sobre todo por el
fanatismo que arrastran, pero después de leer las declaraciones del
señor entrenador, he visto un paralelismo claro entre él y
cualquier cargo político de los cutres, apoltronados profesionales y
me he enfadado. De haber empatado o ganado a Honduras, el equipo
estaba para medalla (magistral
frase, pilar, supongo, de su decisión de no dimitir); ni
siquiera voy a perder el tiempo en analizar la frase en voz alta
porque me parece un insulto a la inteligencia, además de un abrazo a
la demagogia. Pero sí que voy a analizar otra cosa, la cosa que
verdaderamente me indigna. Sé que esto puede hacer que gente que lo
lea, le siente mal y quizá no vuelva a leer este blog, soy
consciente del fanatismo que arrastra el fútbol y también del que
arrastra el patriotismo, por lo que me despido de antemano de los que
dejéis de visitarme y os agradezco que un día entraseis en el blog.
Hace unos días me indigné y después de sus declaraciones, en las
cuales no critica ni una sola vez lo que a mí verdaderamente me
indignó, me indigné aun más; claro que ni él ni la prensa (esta
última afirmación puede ser incorrecta ya que rara vez sigo la
prensa deportiva y no tengo tele). Lo de la prensa es algo casi
normal, no sé qué manía hay de tener miedo y no querer informar
con veracidad, de informar sin valores, sin tus valores (periodista),
queriendo quedar bien con la mayoría; esto me indigna mucho.
El
día del partido en cuestión, había vuelto de una estancia de siete
días de relax, felicidad y Jazz. Al ser domingo y estar la nevera
vacía, decidí ir a cenar fuera, me afeité y opté por un bar del
barrio, pedí la cena y de repente el camarero subió el volumen de
la tele, iba a empezar la segunda parte del partido, y cual fue mi
sorpresa al ver que España iba perdiendo por uno a cero, yo sabía
que esto significaba la eliminación directa de “nuestra selección”
de las olimpiadas. Se reanuda el encuentro, que no pienso
retransmitir, pero lo que sí os puedo decir es que en este momento
me disponía a apoyar a nuestra selección. Mi resumen es que vi como
algunos muchachos de los “nuestros” empezaron a portarse de una
manera brusca, más que brusca, violenta, uno de ellos en particular
(aunque no el único) se pasó dos pueblos, hasta llegó a golpear a
un contrario que estaba en el suelo, a empujar al árbitro, a
gritarle (no sé lo que decía, pero parecía mala cosa). Esta falta
de deportividad, esta muestra de no saber perder, de querer ganar a
cualquier precio, me pareció fatal. Cuando vi como se portaban pasé
a querer que perdieran, me parece que gente así no puede jugar unas
olimpiadas. Este deporte ha degenerado a niveles innombrables, a
niveles donde cualquier adjetivo despreciable tiene cabida, ya doy
por perdido el poder arreglar lo que pasa en primera división
(reflejo de nuestra sociedad), donde se perdona y se premia el juego
sucio, el “todo vale”, tanto por aficionados como por dirigentes
y prensa. Pero un equipo olímpico no puede mostrarse así al mundo,
pasé vergüenza y me indigné y me alegré de su derrota. No pensaba
escribir sobre ello, pero al no oír ni leer ninguna crítica sobre la mala conducta de los jugadores he
decidido hacerla yo. Me ha indignado que el entrenador, no sólo no
dijera ni una sola palabra sobre el comportamiento de alguno de sus
jugadores, sino que dijo: en la segunda parte se vio el
equipo que queríamos, (por esta
frase debería dimitir, por obviar la crítica a la violencia de los
jugadores en sus declaraciones, debería dimitir) no sólo no suelta
ninguna crítica, sino que ensalza el comportamiento de los
jugadores. El periodista, ni una sola alusión a estos hechos (que
dimita también). Estas son las cosas que no se pueden dejar pasar y
debemos ser críticos con los nuestros. Creo que el fútbol español
no se merece ser olímpico. El mismo día por la tarde, por la radio,
había escuchado un combate de judo y, después del enfrentamiento,
las declaraciones de un joven, hundido al perder el combate que le
hubiese otorgado la medalla (en teoría merecida según el
especialista que lo radiaba) por decisión arbitral, los jueces,
después de empatar el combate con prórroga incluida, levantaron las
tres banderas de forma unánime, que otorgaban la victoria al
surcoreano. El joven judoca olímpico, el que se busca la vida para
entrenar, para pelear en un deporte que no es profesional, que el
combate es diario, Sugoi Uriate en otros tiempos campeón europeo y
mundial, sin cabida en la prensa rosa deportiva, al oír su voz
quebrada diciendo que creía que había ganado, lamentando que todo
su esfuerzo no había servido para nada, me entristeció, me llegó
al corazón, el oír como el que retransmitía, hablando en directo
con él, le intentaba mostrar que era un grande, que lo que había
logrado era algo grande, que quedar cuarto en una olimpiada es algo
muy grande, me hizo estremecer, el luchador volvió a repetir que
creía que había ganado la medalla de bronce antes de ver las tres
banderas azules que los jueces alzaron, una medalla que para él
hubiese significado tener un año más relajado; pero lo que quiero
destacar es que no le oí criticar a nadie, no oí (ya que lo
escuchaba por la radio) que se enfrentase a los jueces, que les
insultase, que les intentara pegar o hacerles una llave marcial. Me
emocionó su voz quebrada y me entristeció mucho el que no lograse
esta medalla de bronce, que además hubiese sido la primera medalla
olímpica española de 2012.
Pienso que el fútbol español no es un ejemplo a seguir, pienso que
el fútbol se aleja demasiado del espíritu olímpico para merecerse
estar allí y me alegro que ya no estén.
*Han destituido al entrenador, quizá debería a su vez autodestituirse algún federativo y quizá algún político. Pienso que,
en la pirámide de culpables, el último es el jugador, el violento,
el enfermo, ya que si hubiese tenido entrenadores que lo hubiesen
ido sentando en el banquillo cada vez que sacase a relucir la
violencia o el insulto, seguro que no sería así; también tienen
culpa los padres, ya que cuando eres chaval algo te pueden decir
sobre tu comportamiento (claro que viendo el comportamiento de algún
padre en partidos de chavales...). Pienso que, cuando eres entrenador
de mayores (gente que no llega a los 30), de grandes equipos de
primera, de equipos que sirven de ejemplo a los chavales, creo que
también tienes que cumplir esta labor, tienes que premiar el buen
juego sin violencia y criticar abiertamente los malos comportamientos
de tus jugadores, y no dejarles jugar, enseñar que la trampa tiene
castigo, que no todo vale para ganar, que es mejor perder con ética
que ganar con trampa, con violencia o no saber perder.
Una vez acabada la selección española, eliminada, humillada sin
haber metido un solo gol, las hordas futboleras se pasaron al basket
(entre otros deportes) y eso siempre es peligroso, alguno de ellos
traslada sus malas maneras al deporte que están siguiendo, gente que
no sabe que en ocasiones de un deporte a otro las normas cívicas son
diferentes, que el aficionado se comporta de distinta manera,
personas que desconocen la idiosincracia del Basket europeo, gente
que ni siquiera entiende el reglamento, gente de los cuales oyes sus
comentarios y piensas “ya están aquí los futboleros” que se han
quedado sin juguete y se han venido a dar sus lecciones magistrales.
Las radios futboleras también se apuntaron a retransmitir a grito
pelado cualquier deporte, e incluso hablando, en ocasiones, de cosas
que me daba la sensación que desconocían, deseando a veces, el mal
ajeno para ganar una medalla (esto en voz alta, en la radio). No
entiendo el fanatismo por unos colores hasta este extremo, entiendo
perfectamente que vibres, que lo pases bien, que seas de un equipo,
que desees que le salgan bien las cosas para que gane, pero no
entiendo el disfrute de ganar a cualquier precio.
Tengo la misma sensación que el día que redacté mi indignación
con la fabra, la hija de fabra, sigo pensando que si no aprendemos a
señalar al tramposo, al violento, al maltratador, sea de tu equipo,
de tu familia o amigo, a señalar los comentarios machistas (muchos
de esos machistas, ahora orgullosos de las 11 medallas femeninas,
después del evidente fracaso masculino), si no señalamos a los
racistas (incluidos chistes), si nosotros no somos el ejemplo a
seguir en nuestras vidas, si no nos esforzamos para ser mejores, ¿qué
podemos esperar de los que están en lo alto de la pirámide? Tenemos
que hacer un esfuerzo para denunciar, denunciar a los de nuestro
entorno inmediato, denunciar lo que conocemos, dejarlos de lado. No
tirar chicles al suelo, piensa en el de detrás, en el que lo ha de pisar. En
estas cosas está el cambio y la posibilidad de que en un lejano
futuro no tenga cabida el tramposo. Si denunciamos lo que nos rodea,
lo pequeño, no tendrán cabida los grandes tramposos, porque para
ser grande, primero hay que ser pequeño y cuando uno es pequeño,
si el grande de su alrededor no le deja que maltrate, que insulte,
que pegue, si la sociedad en conjunto repudiamos este tipo de
comportamiento, lograremos que el que está arriba de la pirámide
sea legal, que los entrenadores sean legales, que el jugador no sea
violento y que al fin ganemos y rechacemos al que quiere ganar a
cualquier precio.
Esta
historia ha sido escrita en dos partes, la primera el día 30-07-2012 y la segunda, marcada con asterisco, el 14-08-2012. De
paso, sería de ayuda que dimitiese Arias Cañete, está en la cima
de la pirámide y derrocha de todo lo que denuncio en la historia: actitud provocadora, machista y racista (aclaro que no siento simpatías por ningún partido político).
Espero no volver a hablar ni de política ni de fútbol. Ya me
perdonaréis, me indigno con facilidad, tendría que tomar ejemplo de
Navarro, el del baloncesto. En este orden, el que quiera, que mire el partido contra Francia, lea las
declaraciones del agresor francés y del desustanciado del
entrenador francés y me entenderéis.