Fotos Ángel Fernández Balasch
Audio la paranoia de la copa, Xavier Canal y Sara Morales, voces, Miguel Ángel "Negro" Morales, guitarra, Coco Balasch, bajo, Andreu Monsó, programación ritmos.
Liberarse,
romper la cadena. Las cadenas, no sé si son buenas o no.
Seguramente, son buenas en ocasiones y en otras quizá no. Voy a
pensar en ello sin esforzarme demasiado y en voz alta, a ver lo que
sale, un punto de improvisación en vivo y en directo (es que no he
escrito nada y falta una hora para colgar el escrito y el vídeo).
Ejemplos
de cadena familiar: generaciones de la misma familia en el mismo
negocio, negocios familiares que siempre han funcionado y entienden
del asunto (del negocio en cuestión, los familiares implicados),
negocios u oficios que en ocasiones el feroz capitalismo ha hecho que
se rompa la cadena, en ocasiones una cadena de supermercados acaba
con el negocio familiar de barrio. También tenemos que ver nuestra
parte de culpa por infidelidad con estas tiendas de toda la vida,
lugares en los que trabajan nuestros vecinos y revierten a su vez en
la zona. La cadena también se puede romper porque los hijos están
hartos de los tornillos o de las semillas o de lo que sea, el padre o
la madre quiere que el negocio continúe, pero el hijo no quiere
saber nada de él y se dedica a tocar la guitarra (por poner un caso
extremo) y eso rompe la cadena.
Las
cadenas pueden ser buenas. Las que mueven los piñones de las
bicicletas. Curiosamente, dos días he intentado echarme siesta con
esta vuelta 2012, pero funcionaban tan bien las cadenas (de las
bicis) que no me ha sido posible, claro que también las cadenas de
los ciclistas se pueden romper.
Cadenas
artísticas. Éstas suelen funcionar de maravilla, claro que son
difíciles de conseguir varias generaciones de artistas. La verdad es
que hay algún caso, entre ellos me viene a la mente el de Christian
McBride, creo que es la tercera generación de bajistas de la familia
(hablo de memoria), éste es también a su vez un negocio familiar,
se pasan sabiduría y trabajos. En el arte es más complicado que la
cadena de supermercados fastidie el negocio y cada vez menos las
discográficas, quizá lo consiga el IVA en España. Si la cadena no
se rompe, ¿cómo será la quinta o sexta generación? ¿la música
acústica, como la entendemos hoy, seguirá existiendo? (son dos
preguntas distintas, primero responderé a la segunda) ¿Se seguirán
usando esos instrumentos? Eso podría ser causa irreversible para que
se rompa la cadena, el que dejase de existir el bajo o contrabajo en
la música futura. La familia McBride, sin futuro. Otro caso sería
que al único hijo le diese por tocar el saxo, ¿se podría decir que
se ha roto la cadena? ¿cambiar de instrumento se considera romper la
cadena? Pues yo creo que se rompe, se rompe la cadena de bajistas,
claro que empezaría una nueva de músicos y podríamos seguir
sumando, quiero decir que sería la cuarta generación (de músicos),
una cuarta generación con las mismas ventajas que tuvieron los
anteriores y más aún, con más ventajas, ya que él (el hijo) se
podría mezclar con los demás y además facilitar que los demás se
mezclasen con él (no entiendo como hay gente que aún piensa en
mantener la raza pura, con las ventajas que tiene la mezcolanza). ¿Y
si el de los tornillos se pasa a las semillas? ¿Se rompe la cadena?
Yo creo que es el mismo caso que el de los McBride.
También
puedes encadenar una buena racha. Buena racha en cadena que en
ocasiones también se encadena con una cadena de mala racha: salgo a
la calle, me encuentro cincuenta euros, me dirijo a la panadería, me
cruzo con Javier ( un tipo que hacía un montón que no veía), me
ofrece un curro que me mola, decido autoinvitarme a comer (con los
cincuenta) y hay una chica en la mesa de al lado que a su vez se ha
autoinvitado, nuestras soledades se juntan y acabamos tomando el
postre en la misma mesa, en el mismo plato y con la misma cucharilla,
me invita a su casa, nos amamos (han sido diez minutos intensos),
decido ducharme, sólo hay agua fría, salgo pasmado, desnudo en el
salón, ella está sentada, está vestida, está preciosa y feliz, le
pregunto qué tal (hay preguntas que pueden desencadenar la rotura
del encadenado), me comenta que no vamos a volver a vernos, le
pregunto por qué (ésta es una de esas preguntas) y ella me comenta
que siempre había conseguido varios orgasmos en todas y cada una de
sus relaciones sexuales anteriores, que yo era muy afectivo pero poco
efectivo, vamos, que no le llenaba suficiente. ¿Se rompió la cadena
positiva? Me deprimo, inseguridad, necesito reconfortarme, necesito
oír algo que me suba la moral, necesito quitarme las palabras
hirientes de la tipa esta, que seguro son palabras que ha utilizado
en muchas otras ocasiones, una táctica que utiliza (ella) con todos,
desechar después de usar, ¿qué puedes esperar de una tía que
retoza el primer día que te conoce (gozar, imbécil)? Tengo que
afianzar mi confianza y olvidarme de esto, estoy encadenado a su
discurso, necesito romper esta maldita cadena negativa. Llego a casa,
busco teléfonos del pasado, decido llamar a todas mis amantes
anteriores, todas de las que conservo sus teléfonos, la mayoría me
confirman que no les llenaba, que sus experiencias antes y después
de mí fueron siempre mejores (sexualmente hablando), pero que yo era
el tipo más cariñoso que habían conocido, un par o tres me dijeron
¿quién dices que eres?, otra me dijo ¿estás pirao? no vuelvas a
llamarme, hijo de puta. Sentado y analizando lo que me ha sucedido
durante el día, suena el teléfono, es Javier, el tío que me había
cruzado antes de comer, el del curro, tengo un mal presentimiento, me
comenta que ha decidido darle el trabajo a otra persona, y encima me
suelta “espero que no te moleste”. ¿Se rompió la cadena? Aún
no, ésta era larga y mala. Aquella misma noche me cortaron la luz ,
entonces recordé, en mi oscuridad, que al principio de la cadena
positiva y en pleno subidón, había pagado la comida (la de la
desvergonzada), coulant incluido, vamos, que la dichosa comida me
costó sesenta euros, sesenta euros pagué para quedarme así, suerte
que no aceptó la invitación a champagne. Tengo velas, quizá esté
entrando de nuevo en una cadena positiva. No tengo ni mechero ni
cerillas.
La
cadena familiar. No me refiero a una cadena de negocio o artística,
en esta ocasión me refiero a romper el vínculo, romper la cadena
que te retiene en casa de tus padres. Cuesta un montón dejar este
sitio idílico para volar por tu cuenta, con lo calentito que se está
y lo bien que se come, qué penita, pero es una cadena que tarde o
temprano hay que romper. Después viene cuando la rompen tus hijos, o
cuando les dices “o te vas de casa (romper la cadena) o te rompo la
cabeza (romper). Espabila tío, que ya vale de vivir a la sopa boba,
viniendo a la hora que quieres y haciendo lo que quieres, has
destrozado el lado romántico que teníamos con tu madre, que te
pires, queremos recuperar el tiempo perdido”.
Podría
estar hablando de cadenas eternamente, las de la esclavitud, las de
la prostitución, las del dinero, las del matrimonio, las de la
policía, de las galeras, las de oro, de plata, las de radio, las de
televisión, las de las motos o de las medallas, pero paro aquí,
aquí rompo mi cadena de palabras. He llegado a una conclusión: Las
buenas cadenas son las que te impones tú y las malas las que te
imponen y te amarran contra tu voluntad. También hay, en ocasiones,
cadenas malas que tú te has impuesto, pero esto es otra historia que
posiblemente nunca cuente.