Foto de Ángel Fernández. Gnawa Blues, Perico Sambeat, Javier Colina y Marc Miralta
Como
cada mañana, suena Gnawa blues, abro los ojos, levanto la persiana,
entra la luz del nuevo día. Me quito el pijama de seda azul, dejo
que caiga al suelo de azulejo azul, me meto en la ducha, dejo que el
agua recorra mi cuerpo, echo un chorro de gel de lavanda sobre mi
esponja marina, azul marino, el gel es azul. Cojo la toalla azul, me
seco, me pongo la bata azul, me tomo un té azul. Me miro en el
espejo, estoy sin ropa, me gusto. Pongo el disco Blue Train. Me pongo
ropa interior azul, tejanos super ajustados y camiseta, trapos azules
que ya había preparado la noche anterior.
Salgo
a la calle, levanto la vista, el cielo está despejado, ni una sola
nube. Cielo azul. Cruzo la calle Joan Miró, una vista preciosa del
mar azul. Los albañiles, en la plaza del ayuntamiento, están
marcando el suelo con azulete. Líneas rectas. Siempre me ha gustado
cómo quedó el ayuntamiento después de la reforma, el contraste del
añil de las ventanas con la fachada color arena arábica. Bien.
Llego
al hotel, entro, Juan me acompaña a una habitación y me cambio.
Dejo mis ropas en el armario, cojo una toalla azul. La arena quema,
suerte que llevo las chancletas cobalto, extiendo la toalla, dejo las
chancletas a un lado, me quito el sujetador del bikini (azul) y me
sumerjo en las saladas aguas. Azules.