miércoles, 14 de agosto de 2013

GEORGE DUKE


He leído que George Duke murió hace dos lunes.
Estábamos en Sabadell, durmiendo en casa de Marcos, después de haber tocado no menos de veinte días seguidos y nos íbamos al día siguiente a Andorra. Cogimos el R 9 rojo al punto de la mañana y partimos para ver la actuación que aquella misma tarde iban a ofrecer George Duke y Stanley Clarke. En aquellos años en los que me gustaba aquella música comercial yo era muy fan de ellos.
Un día que acompañé al Charles a Andorra, me pasó la grabación de Brazilian Love Affair, lo escuché cientos de veces por placer y otros cientos de ocasiones para sacarme aquellos bajos slapeados que tanto me gustaban en aquel momento. Aquella Maxell de cromo seguro que aún está por casa (unas cintas estupendas que comprábamos en Andorra).
Llegamos a la frontera de Andorra, no nos pidieron el DNI (suerte porque Pedro no lo llevaba). Los vinilos estaban dando paso a los cedés, en Andorra estaba petao de cedés buenísimos, me compré uno o dos, nos tomamos una cerveza y fuimos al concierto.
Recuerdo la canción Sweet Baby cantada con su vocecita (George); esta canción siempre me retrotrae a una época, me vuelve a mostrar el rostro de mi más grande amor juvenil y también el rostro de la amistad inquebrantable, los paseos con ella y las aventuras con él. Puedo ver a George Duke empujando con su barrigota un armado con dos teclados, de tamaño considerable, en medio del escenario (los técnicos de sonido iban de culo con los cables, intentando que no se desenchufase ninguno), riéndose mientras sus manos volaban de forma precisa por las teclas del Yamaha.
Nos pedimos unas cervezas en un garito, estuvimos hablando del concierto. Al llegar a la frontera, resulta que estaba cerrada, ¿cierran la frontera? Acojonante. ¡Llevo una tienda en el coche! ¡al camping! no veas lo difícil que es montar una tienda en la oscuridad. Vi un par de estrellas fugaces. Pedí un deseo. Se cumplió.
Paramos a tomar un café en Can Caballol, la casa en la que nació mi madre, mi abuela y seguramente alguna que otra generación de mis antepasados, ahora reconvertida en bar de carretera. Al despedirme, les digo que soy hijo de la Maria y nieto de la Trini, se alegran, me hacen una pregunta: ¿cómo se llama tu tío? ¿Ángel o Juan?, me las quedo mirando extrañado ya que mi tío Ángel también nació en aquella casa, además seguro que estuvieron en el momento en que el cura de Castelnou de Basella le acristianó con aquel bonito nombre (un día cuento el por qué de aquella pregunta).
Veo aquella secuencia como si de un fragmento de película se tratase, los rodamientos de la pletina Teac están en marcha, estoy solo en el salón de casa, semitumbado en mi sofá de color azul, en una mesilla un baso bajo con hielo, la botella de litro de Ballantines andorrano, el paquete de Marlboro con sello azul andorrano, escuchando, una vez más, la cinta de Brazilian Love Affair..

Últimamente no te he escuchado mucho, pero siempre estarás en mi corazón, gracias por haber existido.