miércoles, 23 de octubre de 2013

REENCUENTRO (La Carta 3ª parte)

Siento no haber colgado la historia ayer martes 22, pero estuve sin internet.

Amazing Grace, versión de Charles Lloyd.


Voy a tomarme un café a Manresa, me siento en una terraza al lado del Sibelius, me quedo mirando el piano blanco que adorna el escaparate, está riquísimo (el café), hurgo en el bolso para buscar un pañuelo, toco un paquetito, ayer fue mi cumpleaños, éste es el regalo del marido de mi hermana, me olvidé de él, desenvuelvo el pequeño paquete cuadrado, es una cajita blanca, la abro y dentro veo una postal.
Me aburro. Hoy ya he acabado mi tarea, pero la obligación horaria me obliga a estar aquí y aún faltan cuarenta minutos para salir; voy a curiosear las cartas devueltas, me relaja. Hay cientos de cartas que nunca llegaron a su destino, en ocasiones tengo la tentación de abrir alguna y leer lo que pone en ellas, palabras que se perdieron en el tiempo estacionadas en este cajón, pero abrirlas está prohibido por ley. Cartas que deben esconder todo tipo de historias: mensajes de amor, noticias de todo tipo, invitaciones de boda o notificaciones de divorcios, reproches y halagos, secretos familiares, encerrados eternamente en sobres cerrados. Cientos de nombres y apellidos pasan delante de mí, personas que muchas de ellas seguramente ni siquiera estén entre nosotros, cartas acumuladas durante decenios. Me llama la atención una vieja postal ya amarillenta, con la dirección escrita con boli rojo. Joder, Montse Durán. Coño, se llama igual que mi cuñada. Sé que es delito leer la correspondencia ajena. La verdad es que no tengo que incumplir la parte visible del delito, no tiene sobre, nunca nadie sabrá que la he leído, además, como no es una carta y no hay que abrirla... No aguanto más, la ojeo; tiene fecha 25 de abril de 1974, el texto en boli azul y la dirección en boli rojo, no cabe duda de a quién va dirigida, es la dirección de casa de mis suegros. Miro a mi alrededor, nadie me observa, los compañeros están concentrados en su tarea de clasificación postal, cojo la postal y la meto en mi mochila, no creo que nadie la eche de menos. Creo que va a ser el regalo de cumpleaños perfecto, seguro que le hace ilusión. ¿Quién será Elena?
Estoy desayunando en la terraza de L'Aroma, observo a la señora que tengo a mi lado, me gusta su estilo disparatado, la ropa parece de los setenta: botas altas, falda corta y el bolso parece hecho a mano, las gafas que lleva le dan un aire intelectual que le favorece; está quitándole el papel de envolver a un paquete, parece un regalo, siento curiosidad, en ocasiones tengo este punto cotilla.
Es una postal con un aspecto... imita perfectamente a una postal de los setenta con motivo infantil, que raro que a mi cuñado se le ocurra regalarme algo tan retro, no le pega nada. Saco la postal de la caja y le doy la vuelta.
Es una postal, me suena el dibujo, boli azul, boli rojo. No puede ser. Pulsaciones a mil por hora. Es Montse. Conserva mi postal. Lleva años observando mi postal.
No entiendo nada, una postal de 1974. Elena. Hay una nota de mi cuñado – Esta postal nunca llegó a su destino, no llevaba sello y eso impidió que fuese repartida, ha estado en un cajón de correos durante 39 años. Debió ser escrita por una niña compañera tuya de clase. Pensé que te haría ilusión recibirla. Feliz cumpleaños. Ger.
Me acerco a ella - eres Montse, ¿verdad?
Una mujer se acerca a mí, me pregunta si soy Montse. ¿Es Elena?
- ¡Elena! ¡Qué alegría!
Nos sentamos juntas, como tantas otras veces habíamos hecho en clase. Me pido otro té. Hablamos de lo de la carta, nos parece algo muy bonito.
  • ¿Qué casualidad, no?
  • El destino.
  • Estoy muy contenta.
  • Yo también.
Hablamos de nuestras vidas. Veo que Montse suelta un imperdible que lleva de modo decorativo en su bolso, me coge la mano y me pincha en el dedo índice, una gota de sangre aparece en mi dedo. ¡Está loca! No sé qué decir. Un simple vistazo a la postal me hace recordar el texto, entiendo el pinchazo, es la respuesta afirmativa a la propuesta de trasvase sanguíneo. Es el sí quiero ser amigas para siempre.
- Has tardado 39 años en contestarme.
Estoy nerviosa, se pincha su dedo y hacemos el pacto. No sé porque, pero tengo ganas de besarle. Me lanzo, la beso en la boca, miles de mariposas revolotean por mi cuerpo, nunca antes había sentido nada igual.
Decido hacer el pacto de sangre, lo deseo, cojo el imperdible que llevo ensartado en mi bolso, le pincho en el dedo, se queda sorprendida, sin palabras, ni siquiera se queja, pincho el mío y mezclamos nuestros fluidos, el pacto está hecho. Elena me besa, miles de mariposas recorren mi cuerpo, nunca jamás sentí nada igual. Creo que estoy viviendo un flechazo.
- Montse, sé que te parecerá una locura pero te amo, creo que siempre te he amado.
- Esto es muy extraño.
La vuelvo a besar, ahora son millones de aleteos.
Elena me vuelve a besar, no podemos parar, paso mi mano detrás de su cabeza, no quiero que esto se acabe, locura de Amor, sólo ella y yo existimos en este instante, millones de mariposas me alzan con suavidad y me mantienen suspendida a dos palmos del suelo.
Ardo en deseos de empezar a vivir.