Paso.
Me voy. Me lo pienso. Me doy la vuelta. Vuelvo junto a ellos, esta
vez ninguno me pega, ni me empuja, ni siquiera me insultan, sólo me
ignoran.
Esto
puede ser un buen resumen de lo que pasa en mi vida. En ocasiones
tengo ganas de escapar, de irme y no volver, pero tengo miedo, mucho
miedo.
Me
levanto temprano, un vaso de leche, unas galletas.
El
bus. En el bus empieza todo. Me siento solo, ya han sido demasiadas
las veces que he intentado sentarme con alguien, nadie me acepta y
eso que siempre lo he intentado con los que me parecen más buenos.
Me aburre explicar todo esto, en realidad me avergüenza.
Me
siento en mi silla, mi mesa, desde mi sitio veo a todos los demás,
en ocasiones me tiran cosas. Tengo ganas de un cambio, me gustaría
enfrentarme a ellos, pero me da miedo, tiemblo solo de pensarlo,
incluso me dan ganas de hacer cacas.
Me
meto en el comedor, como sopa, carne empanada y una manzana. Otra vez
me siento frente a mi mesa. Suena el timbre. Se acabó.
Subo a
casa, meriendo. Salgo con Laura, vamos al parque, ella se sienta en
un banco y se pone a hablar con los padres, madres y demás
cuidadoras. Mientras, yo me acerco a los columpios, me miran mal, me
insultan, me voy junto a Laura, me coge de la mano. Me fijo en su
escote.